Paraíso

Estando en Asturias, la palabra de hoy solo podía ser paraíso. Un término que etimológicamente significa jardín, pero que a nuestra cultura llegó a través de la narración bíblica para nombrar, según la definición del primer diccionario de la RAE, el "huerto amenísimo donde puso Dios al primer padre Adám", así, terminado en m y con tilde, que si lo ven hoy los académicos hiperventilan. Añadía aquella definición que, por traslación, paraíso es "cualquier lugar ameno o delicioso". Y claro, como cada uno barre para su tierra, todo el mundo cree que la suya es un paraíso, aunque sea un secarral invivible.

Pero Asturias tiene potentes razones para reclamarla para sí. Porque es una tierra maravillosa y con un puñado de pecados originales, por singulares, a los que es difícil negarse, desde la fabada al cachopo. Pero además, porque lo lleva escrito en su ADN. El Principado de Asturias es la única comunidad autónoma, la única, que lleva en las letras de su denominación la palabra paraíso. Es más... con las que sobran, tenemos letras suficientes para construir un verbo, un adjetivo y completar el eslogan sobre Asturias: "Será tu paraíso". En la vieja definición académica se decía que es debate "mui ventilado entre escritores y doctores la parte donde estaba este paraíso y si permanece o no". Y claro, con estas pruebas que aporto, un asturiano diría que el paraíso estuvo aquí. Pero no, esa es la mala noticia. Porque si el paraíso de Adán y Eva hubiera estado aquí, él no se habría comido la manzana, habría hecho sidra. Y mejor nos hubiera ido a todos, desde luego.