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Opinión

La vida evoluciona de una manera muy rara

"Lo primero que aprendí a decir en extranjero fue: change, exchange, valuta, wechsel. El extranjero no era un idioma, sino todos los idiomas que yo no sabía, es decir, todos los idiomas del mundo. Y lo mismo me sucedía geográficamente. Todo era el extranjero. Hasta las calles que había antes de la autopista, pues las mías eran las de detrás"

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Barcelona

Lo primero que aprendí a decir en extranjero fue: change, exchange, valuta, wechsel. El extranjero no era un idioma, sino todos los idiomas que yo no sabía, es decir, todos los idiomas del mundo. Y lo mismo me sucedía geográficamente. Todo era el extranjero. Hasta las calles que había antes de la autopista, pues las mías eran las de detrás. Pero estas también iban volviéndose extrañas conforme se alejaban de nuestros bloques rumbo a la playa. Desde que las fronteras ya no son como las que salen en El sulfato atómico, el álbum de Mortadelo y Filemón, al extranjero se le llama internacional. En aquella época, las dos Españas se reconocían por dos carteles. El que decía cambio, change, exchange, valuta, wechsel, estaba pintado en los hostales de carretera, a la entrada de los pueblos, por toda la costa. Y luego estaba el otro cartel, con el horario de las misas. Era como una señal de tráfico; pero, en vez de flechas, tenía impresas una cruz y una campana, y se encontraba igualmente al entrar en los pueblos. En la escuela, aún no nos habían explicado la teoría de la evolución, pero en mi casa había un libro de Gustavo Adolfo Bécquer. Con la leyenda de Maese Pérez, el organista, entendí que el órgano... crea la función. Saltaba a la vista, desde que teníamos coche, no parábamos de dar vueltas. Los asientos del coche estaban forrados de flores de ganchillo. Era esto lo más parecido que tuvimos a la revolución de los claveles. En vez de Europa, se decía Mercado Común. Y lo único que empezaba por euro era eurocomunismo. Luego, mi padre le puso un radiocasete al coche. Tenía una antena larga, que había que extender. Así me parecía que el coche estaba convirtiéndose en un saltamontes. Desde que se inventó el eurocomunismo, la vida evoluciona de una manera muy rara.

 
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