Sociedad

"Sobredosis de basura aceptada por todos": una radiografía de cómo "se nos ha ido la pelota" con los cumpleaños infantiles

Algunas fiestas de niños se han convertido en un elevado gasto innecesario: "Hay que pensar en lo que le apetece al niño y no en lo que van a celebrar los demás adultos cuando lo vean"

¿Nos estamos pasando con los cumpleaños infantiles?

¿Nos estamos pasando con los cumpleaños infantiles?

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Madrid

Instagram está lleno de cumpleaños infantiles con tartas de varios pisos tan bonitas que da pena comérselas y montañas de globos alrededor. Las fiestas de los niños llenas de medianoches de chorizo en el parque parecen de otra época, sobre todo, en determinados ámbitos, en los que la vorágine de la celebración anterior a veces arrastra la siguiente. La combinación parque de bolas o centros de multiaventuras y merienda con todo tipo de alimentos llenos de azúcar y grasas sin control es una de las más frecuentes, y a veces hay que sumar un exceso de regalos. Cumpleaños donde cada invitado lleva un obsequio y el niño se va a casa con 15 juguetes o más. Porque sí, también está de moda invitar a toda la clase. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Refrescos sí o refrescos no? ¿De cuántos regalos como máximo puede disfrutar un niño? Varios expertos comparten sus puntos de vista sobre todas estas cuestiones.

"Sobredosis de basura aceptada por todos"

La neurocientífica Nazareth Castellanos contaba hace unos días en una entrevista en la SER cómo la alimentación está relacionada con nuestro estado de ánimo: "Si yo voy a tener hoy un día que es muy estresante y he desayunado una bollería industrial, una bebida enlatada, etc.. le estoy facilitando el camino a ese estrés, le estoy abriendo las puertas", explicaba. Un cumpleaños, que ya supone cierta sobreexcitación para los niños de por sí, se retroalimenta con lo que allí se consume: "Las fiestas de cumpleaños son sobredosis de basura aceptada por todos. Además aprenden a asociar esa comida basura con fiesta o celebración. En los lugares donde celebran cumpleaños, el menú es siempre igual, pero en los restaurantes también. El menú infantil es siempre lo más insano: nuggets fritos, patatas, pizzas procesadas, dulces... ¡terrible!", critica Castellanos.

Coincide con ella la farmacéutica y especialista en seguridad alimentaria Gemma del Caño: "Para mí el mayor problema de estos alimentos insanos ultraprocesados en los cumpleaños infantiles no es que un día se coman, que eso tampoco va a ningún lado, sino que se hace con frecuencia y además asociamos alimentos insanos ultraprocesados a momentos de felicidad, de alegría, de celebración, de emoción y, en cambio, asociamos otro tipo de alimentos que sí pueden ser mucho más saludables a casi, casi que momentos de castigo. A los niños les premiamos con alimentos procesados y les castigamos con verdura y pescado, por ejemplo, que son alimentos mucho más correctos. El mayor problema es no saber discernir cuándo podemos tomar un alimento puntualmente ultra procesado y ya está, y tenerlo que asociar siempre a esas esos momentos de celebración".

Del Caño explica además que con ese tipo de alimentos ultraprocesados se ha conseguido llegar al llamado bliss point, "una cantidad exacta de su fórmula de azúcar, de sal, de grasa, de textura, que no conseguimos con otro tipo de alimentos y al que nuestro cerebro intenta volver a sentir otra vez". Por eso cree que al tomar ese tipo de alimentos desde pequeños lo que se crea es la necesidad de "volver a intentar consumir más" y es ahí donde está el problema "porque no podemos decir hoy me tomo un ultra procesado y ya está y mañana vuelvo a mi dieta habitual".

Alternativas en las meriendas

Ares González es padre de cuatro niños, maestro y autor de Educar sin GPS. En el colegio donde trabaja están muy concienciados con el tema de la alimentación y en los cumpleaños de niños que frecuenta siempre hay fruta y se evitan los refrescos pero reconoce que también se cuelan azúcares y grasas: "Estos alimentos deben ser algo excepcional pero en España somos un país de celebrarlo todo y cada viernes tenemos un cumpleaños, los sábados, también... y al final lo que era una excepción se convierte en una regla".

Gemma de Caño, además de la fruta, plantea ofrecer otros alimentos como frutos secos (dependiendo de la edad de los niños para evitar atragantamientos) o queso: "Incluso se pueden presentar de maneras divertidas, con formas, con otro tipo de estructuras que sea como más gracioso en vez de como todos los días. Además podemos cambiar, por ejemplo, las bolsas de chuches por antifaces, por cómics, por disfraces... por un montón de alternativas". Considera que es necesario "un esfuerzo de los padres" para cambiar poco a poco esa tendencia.

¿Sencillez o gran celebración?

Los parques de bolas son uno de los lugares más recurrentes para la celebración de los cumpleaños infantiles pero no es el único. La oferta es infinita y las opciones dependen de la billetera de cada familia, porque no suelen ser baratos. Sara Noguera, asesora de crianza en Kimudi y maestra, cuenta que hace poco celebró el cumpleaños de uno de sus hijos "a los 90" y fue todo un éxito: "Merienda de los 90 con sándwiches, fruta y cositas dulces, y animación de los 90: sillas musicales, poner el rabo al burro, una cuerda de tira y afloja... y los niños se lo gozaron. Creo que hemos perdido el norte en esto de gastar mucho dinero pero en esto tiene mucho que ver lo que nos están constantemente vendiendo en redes sociales: allí no hay un cumpleaños normal, sin que se nos vaya la olla, y son igual de felices con menos globos. La idea es que disfruten, tú piensa en lo que le apetece al niño no en lo que van a celebrar los demás adultos cuando lo vean", sentencia.

Ares González le da la razón: "Muchas veces les llevas a un recinto con monitores y se lo pasan bien pero al cabo de un rato eso está agotado y no tiene más sentido mientras que a veces les llevas a un parque y allí las piedras, las hojas, los árboles y los palos son infinitos, se dan muchísimas dinámicas y lo disfrutan más. Así que no es necesario gastarse mucho dinero", dice también con seguridad.

¿Invitar a toda la clase? ¿por qué?

Otra de las cosas que se hace con relativa frecuencia es agrupar cumpleaños por trimestres para ahorrar en gastos e invitar a toda la clase. Ares González explica que con eso se persigue que "no se excluya a esos niños que son más vulnerables y necesitan más esa socialización". Sara Noguera cree que tiene sentido cuando los niños tienen menos de 6 años "porque todavía no están en esa etapa de relaciones afectivas muy cerradas. Las amistades no están plenamente forjadas y es un manera también de que se conozcan entre ellos y de que nosotros, los adultos, observemos cómo interaccionan nuestros hijos con todos los niños, con quién se llevan mejor o peor, aunque te cuente otras cosas en casa".

A partir de Primaria, en cambio, Noguera piensa que ya no es tan buena opción: "A partir de los 6 años, hay que dejarles cumplir con individualidad. Hay que hacer cumpleaños más pequeños donde los niños inviten a sus 4 ó 5 amigos —lo que permita la economía familiar de cada uno— y lo celebren de una manera más privada pero más disfrutada, con un plan más cuidado para que se note que la celebración es lo que le apetece al pequeño y no a lo que le apetece al entorno", insiste.

"Con los regalos se nos ha ido la pelota totalmente"

Al invitar a toda la clase, a no ser que se fijen un criterio previamente, puede ocurrir que el niño se junte con una montaña de regalos al acabar el cumpleaños. "Diez o quince regalos para un niño es una barbaridad. Todo lo que necesitan nuestros hijos no se compra con dinero: límites, autonomía, presencia, sueño, alimentación, las cosas básicas no se compran con dinero. Nos van a querer más con la presencia que tengamos con él y cómo atendemos a sus necesidades. Pasados 3 ó 5 regalos ya ni siquiera los valoran, mejor guardarlos y dosificarlos", plantea Ares González.

Sara Noguera también cree que "tres regalos es más que suficiente" porque no van a tener tiempo de disfrutarlos todos: "Con los regalos se nos ha ido la pelota totalmente. Hemos confundido el demostrar el cariño a través de lo material. Los regalos tienen que ser pensando en el niño o la niña, no pensando en quedar bien. No pensando en gastarse mucho dinero sino en lo que de verdad quieren. Una vez me gasté en un regalo de una de mis hijas 9 euros y el niño todavía me sigue recordando ese regalo otra, 50 porque era lo que ella quería y en ese momento me podía permitir ese regalo. No es cuestión de los que nos gastamos sino que le interese y le guste a él y sea de verdad par él".

Además, Noguera recuerda que, como con los alimentos, con el tema de los regalos pasa también que la excepción puede convertirse en normalidad: "En el mundo capitalista e el que vivimos siempre hay un motivo para hacer un regalo: si no es el final de curso, es el cumpleaños, cuando no, es Navidad... Tenemos que bajar un poco el ritmo y empezar a poner el foco de verdad en que los cumpleaños son de verdad para disfrutarnos no para que nos pongan una medallita a los adultos por lo que hemos construido para ese día".

¡A comer! | Desmontando mitos de nuestros alimentos con Miguel Ángel Lurueña
Elisa Muñoz

Elisa Muñoz

Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...

 
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