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Opinión

La libertad era salir con tu radio a la calle

"Aquella voz estaba junto a la máquina de coser. Era una voz que se iba gastando, y entonces había que cambiarle las pilas, que eran gordas y azules. Había otras pilas negras, con unas pelotitas de colores como si las hubiera pintado Valerio Lazarov. Pero eran más caras"

La libertad era salir con tu radio a la calle

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Barcelona

Era por la tarde, el sol ya no podía con su alma y el problema de los trenes que se cruzaban no era nada comparado con los problemones que le contaba la gente a Elena Francis por antena. Yo oía la radio en cuclillas, porque estaba jugando en el suelo; mi madre la oía sentada, porque la ponía para coser, y mi padre la oía de pie, porque se iba a dar una vuelta para escuchar el partido. Antes que el rap en las calles con grafitis, fue Carrusel Deportivo en las aceras de los barrios. Ir con la radio encima es de pobres. La diferencia entre el rap y el saque de esquina es que mis vecinos llevaban la radio flojita, y los chavales de las películas la ponían a toda castaña para que la oyese todo el mundo. La radio en el suelo no se oía igual que sentado, y mucho menos igual que de pie. Con el frío en las piernas de aquellas baldosas jaspeadas, la radio era una voz que venía de arriba, y eso la divinizaba. Pero no se trataba un vozarrón teológico como el que le dictó a Moisés los mandamientos en la montaña. Antes, todo pasaba en las montañas, desde el viaje de los Apeninos a los Andes, de Marco, hasta la vida del abuelo de Heidi. Aquella voz estaba junto a la máquina de coser. Era una voz que se iba gastando, y entonces había que cambiarle las pilas, que eran gordas y azules. Había otras pilas negras, con unas pelotitas de colores como si las hubiera pintado Valerio Lazarov. Pero eran más caras. En España, íbamos a pasar de oír la radio a escondidas, en los tiempos de la Pirenaica, a escucharla en manifestación multitudinaria, por el mismo motivo de un golpe de Estado. Así vimos que la libertad era poder salir con tu radio a la calle. La voz de la radio era un programa que nos hacía preguntas del tipo ¿A quién felicitamos hoy? Y aunque no eran preguntas muy transcendentales, transcendieron en nuestra memoria.

 
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