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Alberto Ruano, jefe de Emisiones de la SER: "Después de 40 años, todavía tengo el corazón en un puño en esas décimas de segundo de silencio hasta que dais la hora"

Aimar Bretos entrevista en el día mundial de la radio a Alberto Ruano, jefe de Emisiones de la Cadena SER

Las entrevistas de Aimar | Alberto Ruano

Las entrevistas de Aimar | Alberto Ruano

Madrid

Alberto Ruano llegó a la Cadena SER hace 41 años. La radio que conoció entonces era un mundo completamente diferente a la que vive ahora como jefe del departamento de emisiones de la SER en 2023. "Hoy en día hay campos de trabajo muy claros", asegura, porque las responsabilidades de los técnicos de sonido se han especializado muchísimo en los últimos años: "Por un lado, está el papel del realizador, que se encarga de todos los montajes desde la propia mesa de emisión; por otro, el equipo para pódcast, dramatizaciones y documentales que se ha revalorizado muchísimo". Pero, para Ruano, el que ha cambiado la manera de hacer la radio es el equipo de exteriores que se encarga de las conexiones más allá del estudio: "Montar un estudio, una mesa de emisión y una redacción completa fuera de la propia radio, es el gran cambio desde que todo empezó".

"Hora 25" con Aimar Bretos emitiéndose desde la Fundació Miró Mallorca en Palma en diciembre de 2022.

El jefe de técnicos de la SER cuenta que ahora disponen de lo que llaman la maleta nuclear, una maleta con un equipamiento que permite "hacer un programa con una garantía razonable". Ruano asegura que desde el 99% de los sitios del mundo "puedes emitir con cierta calidad hoy en día". Incluso desde "la cima de un ocho mil" se podría emitir un programa "tirando de satélite" pero ve un pequeño problema: "A ver quien llega ahí arriba con la maleta en la espalda, ¿eh?". Aunque Ruano reconoce que con esta maleta se puede llegar hasta el punto de llamar a un compañero en un momento de apuro para decirle: "Tú vete para el aeropuerto que yo te hago llegar esto en un taxi o ya me buscaré la vida como buenamente pueda y te lo llevamos".

Alberto Ruano, jefe de Emisiones de la SER

27:07

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Ruano se sorprende cuando recuerda que en los años 80 solo un programa se hacía habitualmente desde fuera de los estudios "el gran musical de los domingos" que se emitía desde una discoteca o desde el propio parque de atracciones de Madrid durante el verano. Para poder realizar ese programa, e incluso algunos hasta no hace mucho, se necesitaba una furgoneta especialmente preparada para poder enviar todo con una antena apuntando "directamente al edificio de Gran Vía 32", la sede de la SER. Alberto Ruano precisa que con la conexión por vía satélite se ganó en movilidad, pero "subía mucho la tensión en los departamentos de los directivos porque el coste de estas coberturas era altísimo".

Unidad móvil de Radio Club Tenerife (años 80)

Los cambios también son notables dentro de los estudios en los que empezó a trabajar en abril del 82: "Los archivos sonoros en las emisoras, salvo la de Radio Nacional por una cosa lógica de posibilidades, no existían en ninguna emisora de radio". Solo se podía almacenar contenido en cintas, "y las cintas eran caras", explica. Esto se traduce en que algo tan frecuente en la radio actual como es aludir durante un programa a las declaraciones de una tercera persona, y reproducir esas palabras exactas para debatirlas, no podía hacerse: "Era imposible, esa frase no estaría archivada ni almacenada en ningún lado".

Pero hay mucho más, incluso preparar las sintonías que introducen los programas, como Hora 25, era un reto. En el año 81, había cuatro cartucheros, que Ruano define como "los padres del cassette", porque "abultaban 6 u 8 veces más". La ventaja de estos cartucheros es que los técnicos podían elegir la parte grabada en la cinta que querían reproducir justo en el directo o en una grabación de un programa. "En Madrid, por ser la capital, teníamos cuatro cartucheros y con eso teníamos que apañarnos para tirar la publicidad, las ráfagas, los separadores, las sintonías, absolutamente todo". Y tampoco podían quejarse, reconoce, porque había emisoras que solo tenían uno. "Ibas corriendo con absolutas torres de 20, 30 o 40 cartuchos de cinta, sujetos con tus manos, de un lado a otro, porque tenías que recolocarlos según el orden que fuera y con el riesgo de que todo se cayera por medio". Actualmente, en la base de datos de un ordenador "tienes miles y miles de sonidos, simplemente al alcance de un click, imagínate las posibilidades que te ofrece eso", cuenta.

Recién llegado de Londres, Íñigo traía bajo el brazo los primeros vinilos de grupos como "The Beatles", y los comentaba en las primeras emisiones de Los 40 Principales.

Ruano describe facilidades hasta en la emisión de canciones en antena porque antes se trabajaba con vinilos: "Tenías que abocar el momento exacto y tener la habilidad de dejarle un segundo al vinilo para que al soltar la mano, no llorara el disco y la música entrara lenta". En aquel momento, explica, "no se echaban en falta las posibilidades de un ordenador" porque se desconocían, pero Ruano asegura : "Si ahora alguno de los que está trabajando en la radio tuviera que volver a trabajar con los medios de hace 30 o 40 años, le parecería imposible".

Fotografía de los técnicos en el estudio de la Cadena SER

Es por todas estas dificultades y por el continuo cambio de contenidos en las emisiones que Ruano profundiza: "La radio en directo tiene mucha tensión porque un corte, una música, una conexión o está en el momento en que tiene que estar o 10 segundos después ya no vale para nada". Es inevitable, señala, que en un estudio de vez en cuando "haya una voz o haya un grito" porque: "La indicación o es en ese momento o 10 segundos después ya no vale para nada y tienes que ser vehemente". Pero también despeja dudas: "Una vez terminado el programa todos tan amigos y punto, nadie se molesta".

La radio ha cambiado desde que Ruano debutó, pero el nerviosismo del directo se ha mantenido intacto: "Cuando un equipo de la redacción va fuera, y a las ocho de la tarde terminan las señales horarias si tardo en oír 'son las 20:00 h de la tarde, las 7 en Canarias', lo paso muy mal porque me pregunto 'Dios mío, ¿se habrá caído la conexión en el último minuto?'. Aunque esos nervios también se perciben en los invitados. De vez en cuando, toca lidiar con momentos incómodos como cuando los invitados o tertulianos más inquietos mueven los micrófonos dentro del propio estudio y golpean la mesa sin darse cuenta: "Te vas a una esquina de la cristalera y le haces señales con toda la educación del mundo para decirle que deje las 'manitas fuera".

 
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