Averroes, médico y filósofo cordobés
Averroes nació un 14 de abril de 1126 en Córdoba, Al-Ándalus, en el año 520 de la Hégira (correspondiente al año 1126 occidental), el mismo año de la muerte de su abuelo que había sido cadí (juez de causas civiles) de Córdoba, al igual que su padre. Estudió de todo: Teología, Filosofía y Matemáticas con el filósofo árabe Ibn Tufayl, y también Medicina con el médico árabe Avenzoar
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Averroes / wikipedia
Gracias a las virtudes intelectuales de Averroes, fue designado cadí en Sevilla, en 1169, y en Córdoba en 1171, siendo nombrado más tarde médico en la corte de Abu Yaqub Yusuf, califa almohade de Marruecos y de la Hispania musulmana. Sus comentarios sobre Aristóteles fueron traducidos al latín y al hebreo y ejerció una gran influencia tanto en la escolástica cristiana como en los filósofos judíos de la Edad Media. Su principal obra fue Tahafut al-Tahafut ("La destrucción de la destrucción") en la que defendió la filosofía aristotélica. Autor además de otras sobre medicina, astronomía, derecho y gramática. Tuvo como principal discípulo a Ibn Tumlus, quien le sucedió como médico del quinto califa almohade Al-Nasir.
Los últimos años de la vida de Averroes estuvieron ensombrecidos por la persecución política. Su idea de que la razón prima sobre la religión le obligó a exiliarse en 1195 a Lucena por orden del sultán Ya‘qūb al-Manṣūr, el mismo que derrotó al ejército cristiano en la batalla de Alarcos el 19 de julio de 1195. Los ulemas y alfaquíes almohades, que nunca miraron con buenos ojos a Averroes, desencadenaron una campaña de críticas y ataques injuriosos contra él. Sus obras fueron perseguidas, quemadas y él mismo condenado públicamente en la mezquita aljama de Córdoba. En el texto del edicto del sultán se le condenaba por supuesta impiedad religiosa, más motivada por envidia que por razones teológicas. Sólo un alfaquí, el cadí Abū ‘Abd Allāh al-Usulī, se atrevió a defenderle, por lo cual acabó siendo incluido en la condena y anatematizado en la mezquita aljama.
Entre los “cargos” que se esgrimieron contra Averroes, estaban el de ser demasiado amigo de Abū Yaḥyā, gobernador de Córdoba y hermano del sultán; considerar como superstición el anuncio de un próximo cataclismo que debería tener lugar en Córdoba o “dedicar las horas de ocio al cultivo de la filosofía y el estudio de los antiguos”, en lugar de a los deberes religiosos impuestos por el Corán.
A comienzos del año 1198 se le levantó el destierro y el sultán se lo llevó consigo a Marrakech, donde murió a los pocos meses, el 11 de diciembre de 1198, trasladándose su cadáver a Córdoba. Allí fue enterrado junto a las tumbas familiares en el cementerio de Ibn ‘Abbās.
El místico Ibn ‘Arabī de Murcia fue testigo del entierro y refiere que el ataúd fue colocado en uno de los lados de la mula y pusieron en el otro costado sus libros “para que le sirvieran de contrapeso”.