El independentismo acabó dando una imagen internacional de fracaso

El independentismo quiso escenificar ayer ante la cumbrte hispano-francesa, que se celebró en Barcelona, que el procès sigue vivo, que el procès no ha terminado. Pretendía aprovechar la repercusión internacional de la cita para hacer ver que nada ha cambiado, que la fuerza independentista sigue siendo la misma que en 2017. Pero les salió mal, les salió muy mal.

Porque cuando el independentismo habla de procès hay que preguntarse a qué procès se refiere, al que defiende el presidente Pere Aragonès, que a la vez se sienta en las mesas de diálogo con el Gobierno central, al procès que defiende Oriol Junqueras, del mismo partido de Aragonès, y que tuvo que abandonar la manifestación ayer entre gritos de traidor, o el procès que defienden los independentistas más hiperventilados, que cada vez tiene menos fuerza en la calle y que expulsan a los que no son como ellos, a pesar de que por lo mismo que ellos defienden han cumplido penas de cárcel. Qué absoluto despropósito.

La imagen que dio ayer el independentismo fue de división, de enfrentamiento y esto se traduce en una debilidad, un grupo, más o menos numeroso, de nostálgicos que empieza a formar parte ya del paisaje catalán y que corre el riesgo de convertirse, incluso, en algo pintoresco. Esta es la imagen internacional que acabaron dando, la del fracaso.

La cumbre brilló a pesar de ellos, porque su relevancia estaba por encima de la retórica independentista. La política internacional volvía a Cataluña tras una década, y de la cita en este escenario salieron acuerdos trascendentales para las relaciones entre España y Francia en un momento, especialmente delicado para la Unión Europea. La relevancia internacional del presidente Sánchez es evidente y con los resultados de la reunión de ayer sitúa a España al mismo nivel que los países que siempre han sido el pilar de la Unión Europea, lo que se traduce en una Unión más fuerte.

Así pues, en este contexto de fortalecimiento de las instituciones todavía parece más extemporánea la manifestación independentista, como lo puede parecer la manifestación convocada para mañana por la derecha nacionalista en España, manifestación que apoya el PP, aunque su líder, Alberto Núñez Feijóo, en principio, no tiene previsto asistir. La repercusión de España, y no solo del Gobierno, en citas como las de Davos o en la cumbre de ayer, en una misma semana, sitúan a este tipo de manifestaciones en el terreno de la política de baja altura.