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Opinión

La libertad está en las canciones

"Por aquellos tiempos, la libertad aún no era un bar abierto debajo de un hospital cerrado, sino una idea lejana"

La libertad está en las canciones

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Barcelona

En aquella época, yo estaba más cerca de Nino Bravo que de Breaking Bad. Era más de un beso y una flor, que de un sombrero negro y una perilla. Ese mundo desapareció cuando la televisión dejó de dar Poldark para dar Mario Conde, es decir, cuando se cambió la libertad romántica por la libertad del dinero. Entonces, la libertad únicamente existía en las canciones de Nino Bravo. Era un tipo robusto que cantaba en manga corta. Llevaba melena de boxeador, y su poderosa voz lo mismo servía para decir libre con una e muy larga que para proyectar en el cielo la palabra América. Al principio creí que libre y América eran sinónimos, pero luego me enteré de que América también es el título de un libro de Kafka. En política, todo lo que no es metamorfosis es Cucal. Por aquellos tiempos, la libertad aún no era un bar abierto debajo de un hospital cerrado, sino una idea lejana. Claro, que sufríamos una dictadura y no había libertad. Solo había América. Ni siquiera cuando el dictador se soltó la melena y se murió, y salieron las canciones de Jarcha, quedaba muy claro que pudiésemos tener libertad. Por esa razón los de Jarcha decían: si no la hay, sin duda la habrá. Con esta frase defendían, además, el principio físico de incertidumbre, y así le daban la razón a Heisenberg, es decir, a Breaking Bad. Un día de puentes, descubrí la libertad de los perros callejeros. Una libertad reiterativa por reincidente, libre quiero ser, quiero ser libre, como cantaban los Chichos en las rumbas. También en las canciones de los Chunguitos palpitaba una pena muy grande y ese dolor. La diferencia entre los Chunguitos y los Chichos es la que hay entre Unamuno y Pío Baroja, entre el sentimiento trágico de la vida y Zalacaín el aventurero. Pero la libertad es la misma. Sólo hay una. Está en las canciones.

 
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