Esa señora rubia

Barcelona

Quizá ya sepan quién es Larisa Sergukhina. Seguro que la han visto muchas veces. Cada vez que Vladimir Putin visita Novgorod, una ciudad a medio camino entre Moscú y San Petersburgo, se fotografía con una señora rubia que se parece a Larisa Sergukhina. La BBC pasó varias fotos por un programa de reconocimiento facial y sí, en efecto, la señora rubia es Larisa Sergukhina. Que ha aparecido junto a Putin en un barco vestida de pescadora, en una reunión política vestida de eso, de política, también sirviéndole al gran líder un piscolabis improvisado vestida de ama de casa y en una ceremonia religiosa, con la cabeza piadosamente cubierta.

Esto podría tener su lógica. Sergukhina es empresaria pesquera, madre de familia, probablemente sea una devota cristiana ortodoxa y, además, es parlamentaria regional del partido de Putin, Rusia Unida. La gracia del asunto consiste en que hay otras personas, hombres y mujeres, que, como ella, aparecen con mucha frecuencia junto a Putin. El presidente siempre se fotografía con las mismas personas, un “pool” de figurantes que encarna todos los papeles posibles, desde herido de guerra a obrero especializado. Será que Putin no se fía de los desconocidos.

A uno le gustaría pensar que la guerra de Putin en Ucrania es una guerra de Gila. Que los invasores son unas cuantas docenas de figurantes que ahora se disfrazan de tanquista, ahora de mercenario, ahora de cabo furriel, ahora de sargento de cocina, y con muy pocos hacen bulto. A uno le gustaría pensar que, como en los viajes de Putin, todo es una representación interpretada por un grupo de actores.

Pero no. La guerra va en serio y todo lo que hace Putin, incluyendo su afición por los figurantes, es despreciable.