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"Tenemos que ser capaces de perder privilegios": Hora 25 se mete en un grupo de hombres contra el machismo

En España existen más de 30 agrupaciones de hombres que se reúnen mensualmente para deconstruir su masculinidad y revisar su relación con las mujeres

Hora 25 se mete en un grupo de hombres contra el machismo: "Tenemos que ser capaces de perder privilegios"

Hora 25 se mete en un grupo de hombres contra el machismo: "Tenemos que ser capaces de perder privilegios"

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Madrid

En la puerta puede verse un letrero violeta con una inscripción: 'Sala 8 de marzo'. En el interior de la habitación, cinco hombres sentados en círculo. Ellos son La Enredadera, un grupo de reflexión donde algunos varones acuden regularmente para debatir acerca del modelo tradicional de masculinidad y cuestionar los roles de género aprendidos.

El primer grupo de hombres en España se remonta a los años 80, pero La Enredadera es mucho más joven: nació en 2017 y es uno de la treintena de grupos de este tipo que actualmente existen en nuestro país. Allí se reúnen alrededor de diez hombres cada dos jueves de siete a nueve de la tarde. Esta vez solo han venido cinco integrantes, quizá cohibidos por la presencia de una grabadora en el que debería ser su habitual espacio seguro.

La sede se encuentra en el madrileño barrio de La Latina. La sesión de este día será un poco diferente porque Eduardo, uno de los miembros más jóvenes y doctorando en biología, no se siente animado para realizar la dinámica prevista. En lugar de ello, lanza una pregunta al aire: ¿Qué os ha traído aquí?

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El primero en contestar es Pablo, un mecánico de 62 años. Él llega al grupo por su ex pareja: "Dice que yo soy machista, que tengo un micromachismo muy arraigado. Entonces me meto a buscar por Internet a ver quién me puede echar una mano". Jaime, de 30 años y doctor en química, también se anima a responder: "Estoy aquí por una chica que era feminista. Y es verdad que yo nunca he sido el típico macho, pero de feminista tampoco tenía nada. Contacté con amigos de amigos, de amigos y al final llegué aquí un poco sin saber lo que me iba a encontrar ni lo que iba a pasar."

No obstante, no todos están ahí por una antigua relación, los motivos de Eduardo son muy diferentes. Aunque desde pequeño ha estado familiarizado con la palabra feminismo, no cree que pueda definirse como tal: "Sobre la práctica empecé a ver que me comportaba muy parecido a mis compañeros." La época en la que comenzó a tener amigas, le "cambió la vida": "Me sentí interpelado éticamente a revisarme", reconoce.

Y para Diego, un ingeniero industrial de 42 años, las mejores razones de su ingreso al grupo todavía están por llegar: "Lo que a mí más me me trae aquí es que este es un espacio de posibilidad, de futuro, de hacer cosas o de ser cosas que todavía no sabemos muy bien qué son".

Puerta de entrada a la sala '8 de marzo', donde se reúne dos jueves de cada mes el grupo de hombres 'Enredadera'. / Adriana Calvo Solís

Una cosa está clara: hablar todos juntos de su masculinidad es clave para entenderse mejor a uno mismo y progresar. "Es como un bálsamo venir aquí y ser capaz de decir cosas que no digo fuera", admite Jaime. Su compañero Diego lo corrobora: "A mí se me hace mucho más fácil y llevadero plantearme esto en grupo y no solo a nivel individual". También Eduardo cree que La Enredadera ofrece un "espacio seguro" en el que poder abrirte "sin que se te juzgue".

La relación que se termina creando entre ellos es muy especial. Y no es para menos: juntos se acompañan en un enorme proceso transformador, superando viejos temores y sanando heridas del pasado. "Recuerdo una de las palizas que mi padre le pegó a mi madre", se arranca a contar Pablo con un hilo de voz. "Mi madre fue a denunciar y empezaron a preguntarle qué tipo de ropa llevaba y si le había provocado", prosigue. "¿Cómo podemos cambiar nosotros esto?".

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¿Cómo podemos cambiar nosotros esto? ¿Qué esperan que hagamos? Estas son precisamente dos de las preguntas que más se repiten en sus encuentros. "Creo que quieren que seamos capaces de perder cosas en este proceso", opina Diego. "El feminismo supone pérdidas para los hombres; si una persona que tiene más recursos quiere construir una sociedad más igualitaria, necesariamente tiene que dejar de estar arriba para que los que estén abajo puedan equilibrarse".

Esperan más. Esa es otra de las cuestiones: ¿Qué es suficiente? "A veces me veo a mí mismo utilizando esto como excusa. Sé que podría hacer más, pero no me veo con fuerzas", comenta Jaime. "El día que me pregunten mis nietos qué hice para acabar con el patriarcado y yo les diga que vine a una reunión de hombres...", dice entre risas.

Y no solo si es suficiente hacer lo que hacen. ¿Es posible cambiar la forma de pensar de otros hombres? Diego consiguió que en su trabajo no pusieran calendarios de mujeres desnudas, pero reconoce que es agotador discutir todo el rato con los compañeros: "Llega un momento que piensas que es imposible. No puedes convencer a toda la gente".

Los integrantes del grupo de hombres 'Enredadera' se abrazan frente al Espacio Anette Cabelli, el pasado octubre. / Adriana Calvo Solís

Lo que nos llevaría a una última pregunta, una que, sin embargo, está en el centro del debate: ¿pueden los hombres ser feministas? "No veo por qué no", responden varios de ellos. "¿Cuál es nuestro compromiso por el cambio? ¿Es el mismo papel el que tenemos los hombres y las mujeres en el cambio? Yo creo que esas son preguntas mucho más relevantes", apostilla Eduardo.

Qué

Pero pese a las buenas intenciones de La Enredadera, algunos sectores del feminismo comparten cierto recelo hacia estas agrupaciones masculinas. La socióloga Beatriz Ranea, autora de Desarmar la masculinidad (2021), comprende la desconfianza: “Hay formas de trabajar la masculinidad que obvian la perspectiva feminista y solo se centran en lo que el patriarcado hace a los hombres, situándolos en una posición de víctimas”. Aun así, Ranea aconseja no caer en la crítica destructiva: “Ellos no tienen referentes, debemos permitir que vayan errando y acertando”.

Anastasia Téllez, antropóloga y directora del Observatorio de Masculinidades de Elche, coincide con Ranea: “Si no trabajamos juntos en educar a los niños de manera no machista, seguiremos produciendo maltratadores y patriarcado”. Por su parte, la investigadora Coral Herrera, autora del libro Hombres que ya no hacen sufrir por amor (2019), considera que las instituciones deberían ofrecer más herramientas para formar a los varones: “¿Dónde va el tío que tiene ganas de matar a su mujer y ve que no puede controlarse a sí mismo? Todos suponemos que los hombres en estas circunstancias no necesitan ayuda, pero son quienes más la requieren”. Reconoce que muchos le escriben quejándose de la falta de grupos anti patriarcales en su ciudad: “Pues llamas a tus amigos y os juntáis”, les responde tajantemente.

Adriana Calvo Solís

Adriana Calvo Solís

Graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Especializada en Teoría y Crítica de...

 
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