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Don DeLillo: "Tengo un profundo respeto por la tecnología moderna, pero sigo usando un viejo teléfono fijo"

El escritor americano, candidato al Nobel, habla en la SER de la adaptación de una de sus novelas más famosas al cine, 'Ruido de fondo', película que llega a Netflix

Don DeLillo (Photo by Timothy Hiatt/Getty Images) / Timothy Hiatt

Madrid

En 1985 el escritor americano Don DeLillo se consagraba con una novela apocalíptica, cómica, densa e irreverente, ganando el National Book Award. Era Ruido de fondo, donde el escritor aunaba muchos de los temas que había abordado ya en sus primeras novelas y que iría matizando en sus trabajos posteriores. El consumismo, la adicción, la desinformación y pánico a la muerte, con su dosis de neurosis y burla de los intelectuales progres americanos, a los que el escritor, nacido en el Bronx en una familia humilde, pero convertido en uno de los grandes literatos americanos, pertenece a su pesar.

Esa novela ha sido adaptada al cine. El director Noah Baumbach, que comparte algunas pulsiones con el escritor, ha sido el encargado de hacerlo en un filme que inauguró el festival de Venecia, que ha pasado por unos pocos cines y que ahora se lanza mundialmente en Netflix. "Creo que es posible que la adaptación cinematográfica permita que esta novela llegue a un público que, de otro modo, no se sentiría atraído por ella", dice Don DeLillo a la Cadena SER, en una de las pocas entrevistas que ha concedido al hilo del estreno de la película.

El escritor es reacio a hacer crítica de cine, pero sí habla de lo que supone que sus obras sean llevadas al relato audiovisual. Ruido de fondo, no ha sido la única que ha tenido versión en cine. También Cosmópolis. Entonces el encargado de llevarla a la gran pantalla fue David Cronenberg que metió en una limusina a Robert Pattinson. "Las versiones cinematográficas de Ruido de fondo y de Cosmópolis son impresionantes", confiesa el escritor. "No he participado ni me he involucrado en esas adaptaciones, pero he visto películas durante la mayor parte de mi vida y sigo impresionado por el poder absoluto de este medio, el cine".

Don DeLillo tiene ahora 86 años. Continúa escribiendo día a día en su máquina de escribir. A pesar de su obsesión narrativa por las nuevas tecnologías y cómo afectan a las relaciones humanas y a la convivencia, no las usa en su día a día. De modo que nos ahorramos la pregunta de si tiene Netflix. De si ve películas en casa. "Otro medio importante para es mi máquina de escribir, que todavía está sobre mi escritorio. Es una vieja Olympia de segunda mano, que fue la sucesora de mi vieja Olivetti, ya hace cuarenta y cinco años de eso. Siempre me ha gustado el sonido de los dedos golpeando las teclas", recuerda el escritor.

Sobre la tecnología reflexionaba así: "Yo tengo un profundo respeto por la tecnología moderna, pero sigo usando un enero y viejo teléfono fijo situado en mi escritorio. Es parte de mi forma de escribir ficción. En algunas de mis novelas el poder de la tecnología avanzada es crucial para la narrativa. En Cero K, una novela en la que existe un complejo secreto donde los individuos pueden evitar la muerte y entrar en una nueva dimensión".

Fue en 1971 cuando publicó su primer libro Americana, relato de un viaje por carretera, con influencias de Dos Passos o Kerouac. El humor emergía en Zona final, una comedia negra ambientada en el mundo del fútbol americano. Su tercera publicación fue la sátira Great Jones Street que apareció en 1973.

En libros como Submundo, El hombre del salto, Libra ha desmenuzado la vida de su país desde finales del siglo XX hasta principios del siglo XXI. Considerado una de las figuras del posmodernismo literario, DeLillo es siempre uno de los candidatos al Nobel en las apuestas cada año. Como otros maestros y coetáneos americanos, Thomas Pynchon o como lo fue Phillip Roth. Todos ellos beben de la literatura de Faulkner y han conformado de manera conjunta y separada la gran novela americana, compitiendo con el cine en la creación de ese relato del alma de su país.

Sobre Ruido de fondo, rememoraba el escritor cómo fue su creación en los ochenta. "La novela parecía que salía de la máquina de escribir, palabra por palabra, frase tras frase. O al menos, eso me lo parece ahora, después de tantos años". En un país donde la gente lleva armas para defenderse, donde todo es miedo y pánico a un enemigo exterior o interior, como define Chomksy. Donde cualquiera, presa del pánico, se deja llevar por gurús o por presidentes alocados, la historia de Don DeLillo, que ya tiene 37 años, sigue siendo actual. Jugaba el autor con lo inquietante, con lo apocalíptico, con el drama y con la crítica a la familia burguesa a la que ridiculizaba.

"La novela la escribí justo después de Los nombres, ambientada en Grecia, y precedió a Libra, que hablaba del asesinato de Kennedy", cuenta. Don DeLillo no ha dejado de retratar una y otra vez la historia del capitalismo americano. Libra hablaba, efectivamente, del asesino Lee Harvey Oswald y de uno de los momentos más convulsos y cruciales de la historia de Estados Unidos. También habló de política en Mao II, libro con el que obtuvo un Premio PEN y estuvo nominado al Premio Pulitzer en 1991 y 1992. Con Submundo analizó los efectos de la guerra fría y la amenaza nuclear. Los atentados del 11 de Septiembre, que asolaron su ciudad, Nueva York, ocuparon la trama de El hombre del salto.

Después de haber vivido una pandemia como la del COVID, la nube tóxica, el encierro, el miedo y la sensación de fin de época -que aparecen en Ruido de fondo- conectan con el momento actual que vivimos en 2020 y también la sensación postraumática una vez acabó el confinamiento. En la novela también hay negacionistas, aparece el miedo y histeria y el individualismo y esa sensación de que algo ha cambiado, de que ya nada es ni será como antes, aunque la unidad familiar se mantenga. La familia como unidad de desinformación.

"La familia en general me interesa. Cualquier familia, porque intercambia información de un sitio y de otro. Los padres, los hijos… y en ese flujo de información muchas veces se produce una pérdida de precisión, una escasez de detalles. Es algo natural. Y también ahí se produce un humor que sale de forma natural", detalla el escritor que en Ruido de Fondo descompone a un matrimonio por culpa del miedo a la muerte.

DeLillo firmaba una audaz crítica al capitalismo, fijándose en ese consumismo que surge incluso cuando el mundo se acaba, cuando llega la muerte. Y luego está la fe o la religión, con esa monja alemana que en el film interpreta la actriz alemana Barbara Sukowa. Por supuesto, esa referencia al Holocausto, con el protagonista de la novela, un profesor universitario experto en estudios sobre Hitler, obsesionado con el personaje y con aprender alemán a escondidas de sus colegas. Es hilarante el pasaje en la que este profesor compara, junto a otro profesor y amigo, la figura de Hitler y de Elvis. Una mordaz crítica a la creación de ídolos y mitos cuando el miedo se cierne sobre las masas.

"No me resulta difícil mezclar el humor con el pavor. Es algo que he hecho en toda mi obra. Son elementos que tienen a coexistir en mi trabajo. Aparece esa unión en varias de mis novelas, por ejemplo en Submundo, donde todo coexiste muy bien. También aparece esa mezcla muy evidente en los relatos cortos Human moments in World War III y en Midnight in Dostoevsky", reflexiona el autor que publicó su última novela, El silencio, en 2020, en plena pandemia. Fue su novela número diecisiete, la última hasta la fecha, aunque como nos dice, él sigue tecleando día y día.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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