Dollar Selmouni: "Me pone duro que la gente entre en el kebab de mi padre y vea todos mis discos de oro y de platino colgados en la pared"

Madrid

Dollar Selmouni (Madrid, 1996) es el mejor sinónimo que existe para términos como constancia y arrojo o frases tan recurrentes como "Tener la cabeza muy bien amueblada". Todo eso es imprescindible para driblar al ambiente más hostil de las calles y convertirse en uno de los mayores exponentes de la música española actual y probar con fortuna otra vida, esta de ficción, en películas y series, algunas de ellas verdaderos éxitos como "Hasta el cielo" o "Fanático".

Selmouni perdió a su madre con tres años por culpa de las drogas y a esa edad se trasladó con su padre a Palma de Mallorca en busca de poder cumplir el sueño de su progenitor: ser futbolista. Pero fracasó, las lesiones no le permitieron ser profesional del balón, pero a cambio tomó dos decisiones muy acertadas: montar un kebab y llenar de valores sólidos la formación de su hijo, Jael, quien a los 15 años abandonó el colegio, "Sólo se me daba bien la asignatura de Educación Física", comenzando a trabajar en el local de su padre.

El resto de su historia tiene que ver con Dollar, su nombre artístico. Porque el chico que aprendió muy pronto que la calle igual que puede ser un problema, se puede convertir también en una gran oportunidad, y que escuchaba en casa a artistas como Whitney Houston y Michael Jackson, descubrió que él también podía ser uno de ellos. "Soy mucho más consciente ahora de lo que estoy haciendo, de que soy un músico, que al principio". Y reivindica su diferencia: "Soy un chico especial, no utilizo autotune cuando canto, soy lo que escuchas y me alejo en las letras de mis canciones del lenguaje soez de la misma forma que no encontraras en mis temas ni una sola palabra despectiva contra las mujeres, que son más sensibles que nosotros y que conectan mucho mejor con mi música por lo general que los chicos"

Han cambiado muchas cosas en su vida, ha fichado por una de las compañías musicales más importantes, hace películas, series de televisión, pero sigue siendo el que era antes gracias a los fundamentos paternos. "Continuo viviendo en Palma, en el barrio, donde crecí. Madrid y Barcelona me ponen la cabeza loca". Cuando le preguntas si no ha pensado en "volar" dice que a él viajar no le gusta, "la familia es lo más importante. Palma de Mallorca es el hogar, donde tengo los pies en el suelo y el psicólogo, al que pago 80 pavos" y argumenta: "Una vez vi un documental de Camarón, que llevaba tres meses viviendo en Madrid al que le decían que estaba perdiendo hasta su forma de hablar. Yo soy un chico de barrio, de aquí -dice apelando a Mallorca- y quiero seguir siéndolo"

Pronto volverá a rodar y a sacar un nuevo trabajo con Warner. Y al despedirse, con la misma satisfacción con la que antes ha asegurado que él no usa autotune porque "yo soy un ruiseñor", se marcha de Radio Mallorca con una sonrisa, quizá a comer al kebab de su padre al que le gusta ir para verlo y porque "Me pone duro ver que la gente entre en el kebab de mi padre y vea todos mis discos de oro y de platino colgados en la pared".