Pedrea

Madrid

Deberíamos introducir en el refranero un dicho que podría resumir perfectamente este día: mañanita de Gordo, tarde de pedrea. Porque a estas horas seguro que muchos andan revisando la lista de la consolación de esos 1794 números que envuelven con su cantinela los premios mayores. Pedrea es una palabra cuya raíz es evidente y nos remite a piedra. Y la acepción que manejamos hoy es la más amable de todas. Porque pedrea, aparte del conjunto de estos premios menores de la lotería, nombra también un pedrisco, una granizada, un combate a pedradas y la propia acción de apedrear a alguien.

No sé cuándo comenzó a popularizarse esta versión metafórica de la palabra pedrea, pero al diccionario llegó hace medio siglo, en 1970. Y de momento es un sustantivo huérfano de verbo, porque, aunque tenemos apedrear o lapidar, estos se reservan para las acciones más crueles de la palabra. Y con un matiz: apedrear es tirar piedras a alguien o algo, en general, mientras lapidar es matar a alguien a pedradas. “Un género de suplicio usado antiguamente”, nos dicen los académicos. Pero Amnistía Internacional documenta que de los 58 países que mantienen la pena de muerte, cinco la han practicado en los últimos años y otros ocho más conservan esta brutal pedrea en sus códigos penales. Y en esta materia concreta, nos fiamos más de Amnistía Internacional que de la RAE.