A vivir que son dos díasLa píldora de Leila Guerriero
Opinión

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"No quería huir ni decir basta, de modo que aguanté. En esa situación tan desigual, injusta. Descalza en la estampida. Nadando sola. No me importaba ahogarme pero creo que me amedrentaba la posibilidad de una agonía lenta"

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Buenos Aires

Él conducía maquinaria pesada, un arsenal de brocas, de retroexcavadoras. Movía materiales. Conformaba el terreno. Yo tenía mi katana, mi intemperie, mi sempiterna forma de permanecer, mi curiosidad malsana. Lo que siempre tuve: un arsenal en el que puedo confiar. No quería huir ni decir basta, de modo que aguanté. En esa situación tan desigual, injusta. Descalza en la estampida. Nadando sola. No me importaba ahogarme pero creo que me amedrentaba la posibilidad de una agonía lenta. Estaba recorrida por un cansancio casi sexual, una languidez que daba todo por perdido, un desconsuelo exquisito, unos padecimientos nuevos. Vivía como si ya hubiera vivido y estuviera muerta y fuera una muerta ardiente. Me dolían los pies, tenía ampollas, un latido en la pierna derecha, sentía el peso del sueño a toda hora, me despertaba al alba como una condenada al éxtasis, leía libros como si me los clavara, tosía muchísimo. Dejé de leer poesía para evitar la sobredosis. Me hundí en sueños fangosos de los que no recordé nada. Todo era a deshoras: el sueño, el hambre, el despertar, el sexo. El seguía ahí, manipulando sin piedad, como debía hacerlo, su máquina de destrozar espíritus. Yo no retrocedía. Vivía dominada por una sustancia colateral, rocosa. Estaba a salvo y, a la vez, perdida. Todo eso iba dejar tatuaje. Un rastro hecho. Una promesa inversa: el recuerdo de esa enormidad engastado para siempre. ¿Quién quiere llevar algo así? Yo, poco antes, no hubiera querido. Todas las mañanas atravesaba el umbral hacia ese sitio, una parcela en la que no había beatitud ni calma, que daba desesperación, soledad, belleza, jamás ternura. Un día miré a mi alrededor y dije qué me importa, esta habitación durará más que nosotros, esa es la obra, el verdadero arte.

 
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