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El desorden gozoso de los cuerpos: las epidemias de danza del medioevo se suben al Lope de Vega de Sevilla

La compañía Teatro Anatómico estrena este viernes 'San Vito', un espectáculo que explora la relación con los cuerpos a partir de los extraños fenómenos de las coreomanías de la Edad Media

Juan Luis Matilla, coreógrafo e intérprete del Teatro San Vito

Madrid

Una mujer en una plaza baila una danza incontenible durante cuatro días. A sus movimientos espontáneos se van uniendo decenas de personas hasta sumar más de cuatrocientas en un baile sin descanso que termina con infartos, derrames y agotamiento. Estamos en la Estrasburgo de 1518, en el primer fenómeno documentado de una epidemia de danza en Europa. Suena a ficción, pero fue real: episodios de coreomanías, fenómenos en los que un grupo de personas bailan durante horas, días y semanas en espacios públicos hasta el agotamiento o la muerte. El de 1518 fue el más documentado, pero hay textos que evocan fenómenos similares décadas atrás. El más llamativo, en 1374. Escribe Pedro de Herentals en un texto de la época: “Era una extraña secta formada por mujeres y hombres que llegaron de Aquisgrán hasta Francia. Habían sido ultrajados por el diablo y bailaban en sus casas, iglesias y calles tomados de la mano y saltando en el aire”.

El exorcismo estuvo detrás de la primera lectura que se hizo en la Edad Media: en épocas de hambrunas y de peste negra, era lógico que el diablo también estuviera detrás de estos episodios convulsivos que rozaban el trance. Sin embargo, varias hipótesis abrazan la ciencia para explicar un fenómeno que sigue sorprendiendo en nuestros días. El historiador Eugene Backman ya propuso en 1952 explicar estos bailes por el consumo de cornezuelo, un hongo que crece en el pan húmedo y que puede desencadenar convulsiones y delirios durante horas. El historiador británico John Waller también propuso en su libro ‘A time to dance, a time to die: the extraordinary story of the dancing plague of 1518’, que una posible época de extrema hambruna pudo provocar fiebres tan altas que impulsaron momentos de desenfreno sin control.

Hay bailes populares que tienen su origen en estas coreomanías. Es el caso de la Tarantella, danza del sur de Italia especialmente popular en Campania o Apulia; un baile en parejas o en solitario que aumenta la velocidad a medida que avanza el compás dando lugar a un movimiento parecido al de una peonza. Su origen deriva de una creencia popular del medioevo: se creía que este baile servía para curar un tipo de locura producida supuestamente por la picadura de la tarántula. De ahí el nombre Tarantella. Un conjunto de discursos, en cualquier caso, entre lo variopinto y, en ocasiones, lo pseudocientífico que sugieren una lectura de las relaciones que tenían los cuerpos y el baile con las instancias de poder de cada época.

“El deseo por desordenar el cuerpo respecto del orden productivo es algo que siempre nos acompaña”

De la fascinación por este fenómeno - y de años de estudios de su directora – nace el espectáculo San Vito, propuesta de la investigadora Ana Sánchez Acevedo, el músico Pedro Rojas y el coreógrafo Juan Luis Mantilla que se estrena este viernes en el Lope de Vega de Sevilla a manos de la compañía Teatro Anatómico. En el contexto hispánico, estos fenómenos se relacionan con San Vito, que bailó durante su martirio en un caldero de aceite hirviendo. “La propuesta de esta pieza parte de una investigación sobre cómo estas epidemias han sido leídas y documentadas y atravesadas por la discursividad popular. Más que buscar una verdad histórica, nos interesa pensar cómo estas discursividades hablan sobre de qué forma cada época entiende el cuerpo y el desorden del cuerpo”, explica Acevedo a la SER. “Ha sido un proceso escénico muy largo, muy dialogado y colectivo entre los tres. Hemos querido construir puentes entre los cuerpos y la música, con diferentes lugares del cuerpo en relación con esa música que se han puesto en relación a través de esos discursos históricos”. Discursos que en el presente nos llevaría al capitalismo. “Hoy me interesa cómo el capitalismo neoliberal se ha pensado como una forma permanente de movilización del cuerpo para un propósito concreto. En la obra trabajamos sobre cómo esa tensión produce gozo y dolor en el cuerpo”. Terminamos pidiéndole un ejercicio de imaginación. Preguntada sobre cómo o en qué contextos se produciría hoy un fenómeno como la coreomanía, desarrolla: “Creo que ya se está produciendo una suerte de epidemia. No sé si de baile, pero sí de movimiento. Creo que vivimos en una especie de movilización permanente, constante, con dimensiones gozosas. Pienso en un revival postpandémico de las raves o de otros tipos de fiesta. El deseo por desordenar el cuerpo respecto del orden productivo es algo que siempre nos acompaña. Y en esos lugares bisagra es donde la obra pretende moverse”.

Enrique García

Enrique García

(Sevilla, 1994) Redactor del Hoy por Hoy. Antes, editor de MATINAL SER, el informativo matinal del fin...

 
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