A vivir que son dos díasLa píldora de Enric González
Opinión

El kaiser XIII

Antes, un intento de golpe de Estado en Alemania nos habría puesto los pelos de punta. Resulta que ahora el golpismo alemán es berlanguiano y aunque estas cosas hay que condenarlas y castigarlas siempre, da un poco de risa

El kaiser XIII

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Barcelona

Antes sabíamos a qué atenernos con Alemania. Dábamos por descontado que su gobierno exigiría austeridad a los países del sur de Europa, fuera cual fuera la circunstancia. Dábamos por descontado que su política era aburrida y que su selección de fútbol era potente. El ensayista Mariano Rajoy lo dijo con gran claridad: “Alemania es Alemania”.

Alemania es Alemania, probablemente. Pero no es lo que era. Y no me refiero al fútbol.

Antes, un intento de golpe de Estado en Alemania nos habría puesto los pelos de punta. Resulta que ahora el golpismo alemán es berlanguiano y aunque estas cosas hay que condenarlas y castigarlas siempre, da un poco de risa.

El jefe de la conspiración, para empezar, se llama Heinrich XIII porque todos los hombres de su familia se llaman Heinrich y hay que numerarlos. Su primo, por ejemplo, es Heinrich XIV. Al XIII le gusta el tratamiento de príncipe. El XIV dice que el XIII no es príncipe de nada y que está bastante loco.

El XIII, detenido esta semana junto a otras personas, entre ellas una juez de ultraderecha, quería reinstaurar el Reich, o sea, el imperio alemán. Pero no el tercero, el del “fuhrer” nazi, sino el segundo, el del “kaiser” prusiano. Para el señor XIII, en cuyo arsenal se encontraron ballestas, lo ocurrido después de la Primera Guerra Mundial no vale.

Según parece, el plan consistía en entrar en el Parlamento gracias a que la juez facha conservaba un pase de cuando era senadora. Claro, con una tarjeta magnética cualquiera da un golpe de Estado. Una vez dentro y cumplida ya la parte difícil, la idea era esposar a los diputados, a todos, y llevarlos a la cárcel. Pan comido. Acto seguido, el príncipe XIII iba a dejarse crecer un mostacho imperial y sentarse en un trono para hacer cosas de

kaiser: aliarse con el imperio austrohúngaro, ponerse casco con pincho y demás tareas del oficio.

No sé. De repente, hasta Abascal y Ortega Smith me parecen serios.

 
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