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"Cambiamos la cama grande por un sofá más pequeño para dormir más apretados y ponemos encima el gato para calentarnos"

Los constantes ataques rusos a las infraestructuras eléctricas ucranianas están golpeando a un país que en invierno aguanta temperaturas que oscilan entre los cuatro grados bajo cero y los dos grados. Analizamos con expertos cómo va a afectar el invierno a la guerra en Ucrania

"Cambiamos la cama grande por un sofá más pequeño para dormir más apretados y ponemos encima el gato para calentarnos"

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Madrid

El alcalde de Kiev alertaba el pasado 23 de noviembre de que la capital va a hacer frente al "peor invierno tras la Segunda Guerra Mundial". Los constantes ataques rusos a las infraestructuras eléctricas ucranianas están golpeando a un país que entre diciembre y marzo aguanta temperaturas medias que oscilan entre los cuatro grados bajo cero y los dos grados. Y al frío y a las precipitaciones se suma la oscuridad. Las horas de luz disminuyen de las 15 o 16 diarias en verano, a las menos de nueve en invierno.

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Sobre el terreno, algunos expertos apuntan a que el conflicto está avanzando hacia una fase de estancamiento. "El desarrollo de las operaciones militares, sobre todo terrestres, es prácticamente inviable porque nadie puede aguantar esas temperaturas, el suministro de víveres es muy complicado y mantener abastecidas a las tropas se convierte en una quimera", explica David Gómez, periodista de El Orden Mundial. Gómez apunta que "quizás se pueda ver algún ataque con drones", como los vistos recientemente en la frontera, "pero también estos se van a reducir porque con las nieblas y las tormentas de nieve, estos aparatos también pierden eficacia a la hora de identificar material enemigo".

Mira Milosevich, investigadora principal en el Real Instituto Elcano, no habla de congelación completa, pero sí de "una ralentización de la guerra", porque a todo lo anterior hay que añadir un fenómeno que se produce en las llanuras ucranianas, la raspútitsa, un mar de lodo que se genera por la mezcla de agua de lluvia y hielo que se acumula por el frío. "Este fenómeno hace que los tanques y que el equipamiento militar no pueda circular por unas carreteras que, en el este de Ucrania, ya están en mal estado de por sí", comenta Gómez.

El frío como arma

Aunque disminuyan los enfrentamientos, Rusia va a seguir utilizando el frío como arma y usando los bombardeos contra infraestructuras eléctricas a modo de chantaje para negociar una posible paz con sus condiciones. "Rusia cree que la propia población civil ucraniana puede llegar a presionar a su propio gobierno y decirle que no pueden aguantar más. Es un instrumento más de presión a Ucrania y también a la comunidad internacional para negociar", matiza Milosevich.

Los bombardeos a infraestructuras eléctricas han provocado que en torno al 40% de la red eléctrica del país esté dañada y que los cortes en todas las regiones sean constantes. Lo que va a provocar, apuntan los expertos, un éxodo de refugiados similar al que vimos al inicio de la invasión a finales de febrero. Polonia ya espera cerca de medio millón de ucranianos. "Esta nueva ola va a afectar directamente a los países europeos, lo que quiere decir que en Europa también hay que preparar a la población civil para que acepte de nuevo a estos refugiados", comenta la investigadora de Elcano.

"Todos hemos pensado en marcharnos o no", reflexiona Tatiana. Es profesora de español en Odesa, al sur de Ucrania, junto al Mar Negro, y reconoce que se ha "acostumbrado a la guerra", por eso se queda: "nos hemos provisto de baterías y de una placa solar. Por la tarde tenemos luz en casa, pero eso no quiere decir que tengamos la misma holgura en nuestra vida porque los electrodomésticos consumen demasiada energía para abastecerlos así de fácil".

Hasta 54 horas sin suministro

En Odesa, una ciudad de un millón de habitantes, recientemente han estado 54 horas sin suministro. "Es un gran problema porque los vecinos de las torres no pueden subir y bajar los 'veintimuchos' pisos todos los días para ir a trabajar y para volver a casa; para llevar a los niños a dar un paseo; o simplemente para ir al super. Estas son las dificultades que uno se tiene que acostumbrar a vivir", explica Tatiana. Sin calefacción, telefonía móvil o acceso a internet, la situación les obliga a volver "unos cuantos siglos" atrás, a las formas más primitivas de organizar la vida, lavando a mano, preparando la comida más primitiva, pasando las largas tardes de invierno en la oscuridad total".

Esta situación les lleva a buscar trucos "para poder sobrevivir" al frío: "para calentarnos, sobre todo en las noches de invierno, dormimos en una habitación más pequeña, la que está orientada al sur, y allí te acuestas a dormir con más mantas. Además, optamos por sustituir la cama grande por un sofá más pequeño donde nos encontremos más apretados, calentándonos mutuamente y teniendo encima un gato, así los cuerpos se calientan mucho mejor. Y también el viejo truco de las bolsas de agua caliente, que te permiten calentar la cama para dormirte en una situación más confortable".

Javier Liébana Giraldo

Javier Liébana Giraldo

Redactor del equipo de informativos de fin de semana de la Cadena SER. Graduado en Periodismo por la...

 
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