Celebrar la Inmaculada invitando a putas

Barcelona

Celebrar la Inmaculada invitando a un prostíbulo es la bomba insólita. Es de aurora boreal. Es lo que al parecer organizaron unos soldados en el cuartel del Bruc, en Barcelona. Una rifa para pagarse la fiesta, con premio de uso y consumo de prostituta. El Ministerio de Defensa ha anunciado que trasladará el caso a la Fiscalía. Se ve que le concede eventual credibilidad. Si no fuese por eso, no les hablaría del asunto. Porque lo publica el diario Ara y uno de los escándalos de abusos sexuales más sonados que levantó al final resultó un bluf. Tras las investigaciones correspondientes, del Instituto del Teatro, la Diputación y la Justicia, el gran director escénico y profesor del instituto, Joan Ollé, salió exonerado. Pero él ha muerto este verano, lleno de zozobra, por un ataque al corazón. Así que cuidadito con el periodismo de investigación demasiado inventivo.

El sorteo de una prostituta, y más desde un cuerpo armado, es una triple afrenta. A los católicos que guardan fe en ese dogma de su Iglesia. Al cuerpo de Infantería, porque contamina a su patrona. Y a la Constitución, que iguala a la mujer y al hombre, y, por tanto, rechaza todo lo que suponga subordinación, sumisión o dependencia.

Sentado lo cual, la cosa tiene miga, y hasta retranca cínica. El dogma católico es reciente, de 1854. Oficialmente proclama que la Virgen, como madre de Cristo, ya antes de nacer estuvo “inmaculada”, no ensuciada por el “pecado original”, aquel que cometieron los juerguistas Adán y Eva al probar las frutas prohibidas del Edén. En realidad, el papa daba pábulo, desde el propio título, a lo que significa la “inmaculada concepción”: una concepción sin mácula, sin mancha, que era la creencia católica, desde hace muchos siglos, de que María fue siempre virgen, antes, durante y después del parto. Esa celebración de la virginidad resulta curiosa para muchos. Pero es desde luego contradictoria con su celebración en un prostíbulo.

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