El "mal de piedra" y "la fiesta sin ponche": el error de bulto que España ha cometido con los pisos, según Santiago Niño Becerra

Madrid

Hace dos semanas, el 22 de noviembre, el Gobierno pactó con EH Bildu la prórroga del límite del alquiler. Durante todo el año 2023, los inquilinos estarán blindados ante la subida de los precios del alquiler como consecuencia de la inflación. Esta medida, que está en vigor desde el pasado mes de marzo, impide que la renta fijada en los contratos de arrendamientos urbanos aumenten más de un 2%. Si en circunstancias normales el propietario puede variar esa cuantía acorde al aumento del IPC, el Ejecutivo lo vinculó al Índice de Garantía de Competitividad.

Desde el mes de abril la actualización de las rentas del alquiler no puede, por tanto, rebasar el 2%. Tanto si se trata de un gran tenedor, es decir, de un arrendatario con más de 10 propiedades, como si es un pequeño propietario que recibe la negativa de su inquilino a que se produzca ese aumento. En noviembre, la inflación se situó en un 6,8% respecto al mismo mes del año pasado, un dato cinco décimas menor que en octubre. Aunque esa tendencia ascendente, que ha propiciado la aprobación medida extraordinaria, se frena, el mercado de la vivienda continúa lastrado con las viviendas vacacionales.

El portal de búsqueda de viviendas Idealista ha informado de que el 21% de las habitaciones en pisos compartidos que publican en su web se alquilan en menos de 24 horas. Santiago Niño Becerra señala que "el confinamiento y la reducción de movilidad" originaron la desaparición de "numerosos pisos turísticos" que, ahora, "han vuelto". Para el economista, España se ha equivocado en la estrategia inmobiliaria.

En su opinión, "los mejores países en materia de vivienda son Austria y Países Bajos porque hace años han trabajado en una buena política de vivienda pública". Mientras, en España se ha practicado lo que ha calificado como "el mal de piedra", o lo que es lo mismo, un modelo que fomenta la compra a través de créditos bancarios.

El dilema de los alquileres vacacionales

El economista recuerda que "en un mercado libre aumenta el precio de la vivienda" por lo que la única solución para el problema de los alquileres sería una subida de precio, para reequilibrar la oferta y la demanda. En Ibiza, ha explicado, se han alquilado balcones en pleno periodo turístico, lo que ha condicionado la contratación de profesionales que no son residentes. "Siempre pensamos en el joven que no se puede emancipar, eso es verdad, pero los trabajadores buscan trabajo estacional y esto frena la capacidad de contratar de las empresas".

Niño Becerra se remite, también en esto, a un error de base en la política de vivienda española. "En un principio se fomentó que la vivienda turística era buena porque le daba una renta complementaria al propietario", ha recordado, antes de recurrir a una metáfora: "Es quitar el ponche a mitad de la fiesta". Con ella, se refiere a lo complicado que sería intentar acabar ahora con un modelo que genera ingresos, aunque a veces en negro, a los propietarios.

El economista también se ha referido a los alquileres vacacionales de dudosa legalidad y ha repartido responsabilidades. Por un lado, los ayuntamientos y las comunidades, que decidieron "dar tantas licencias" y por otro, las plataformas, que "casi ni intervienen" para atajar el problema de los alquileres fraudulentos.