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De la España en blanco y negro a la digital: cómo hemos cambiado y qué peligros nos siguen acechando

A través de la fotografía y un ensayo, conocemos mejor cómo era la España de hace un siglo y cómo eran nuestros jóvenes en particular. Cien años después, hemos pasado del blanco y negro a un país multicolor. Pero la fotografía, los ensayos y el teatro siguen advirtiendo del mismo peligro: el fascismo

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"Sin memoria no hay futuro", le gusta repetir al ministro de Cultura, Miquel Iceta. En este programa hacemos un ejercicio de memoria, miramos a nuestro pasado, para comprender el presente y mejorar nuestro futuro. Coinciden varias exposiciones y publicaciones que nos invitan a regresar a esa España en blanco y negro, la de finales del siglo XIX y principios del XX. ¿Cómo éramos hace cien años? ¿Cuáles eran nuestras expectativas, nuestras ilusiones, frustraciones, ideas y temores? ¿En qué hemos cambiado?, ¿en qué seguimos siendo los mismos? ¿Qué peligros nos acechan? Son las preguntas que nos hemos planteado.

España entre la propaganda burguesa y capitalista y el retrato de la clase obrera

En el Museo Reina Sofía de Madrid podemos ver, hasta el próximo 27 de febrero, la exposición 'Genealogías documentales', una muestra que profundiza en los antecedentes de la fotografía documental. 500 obras, que difícilmente salen de sus lugares de origen, y producidas entre las revoluciones de 1848 y 1917, paralelas al surgimiento del socialismo.

La fotografía pronto se convirtió en un instrumento de propaganda de la cultura burguesa, el capitalismo y sus medios de representación, incumpliendo así la promesa democrática de la imagen fotográfica, nos ha explicado Jorge Ribalta, comisario de la exposición. Pero en esos viajes por España y por Europa para recoger nuestro patrimonio y crear un concepto de nación, inevitablemente se colaron las identidades subalternas: trabajadores, criados, proletarios, mendigos, desposeídos.

Lewis Hane, 'Produciendo desechos humanos' / Library of Congress

Posteriormente, en el siglo XX, la fotografía pone el foco en la representación de la vida cotidiana de la clase trabajadora, asociada a las luchas obreras. En 'Genealogías documentales' hay fotografías policiales, cargadas de intención culpabilizadora, hay fotografía médica y científica, antropológica y etnográfica. Verdaderas joyas para los amantes de la fotografía.

De Manhattan a Zamora: la España en blanco y negro

Cogemos nuestro equipaje y viajamos hasta abril de 1926 con otra expedición. La fotógrafa Ruth M. Anderson y su ayudante, Frances Spalding, cruzaron la provincia de Zamora, descubriendo un mundo que poco tenía que ver con el de los rascacielos de Manhattan que dejaron atrás. Dos mujeres norteamericanas viajando solas en coche, para estudiar y fotografíar nuestras antiguas industrias, nuestra indumentaria tradicional y cómo era la vida cotidiana en España. Llegaron a nuestro país en diciembre de 1925, entraron en coche por A Coruña, y mostraron cómo vivía la gente de Galicia, Asturias, Extremadura y Salamanca. De las 650 fotografías que tomaron solo en Zamora, el Museo Etnográfico de Castilla y León ha seleccionado un centenar de ellas en una exposición, 'En el viejo mundo', que puede disfrutarse hasta el 23 de enero de 2023.

Fotografía de Ruth M. Anderson. Zamora, 1926 / Ruth M. Anderson

Los jóvenes españoles en los "felices" años 20 del siglo XX y XXI

¿Cómo era fue la década de los años 20 del siglo pasado? Para muchos es conocida como "los felices y locos años 20". Esto se debe, principalmente, al institucionalizado sueño americano, a los avances tecnológicos dentro y fuera del hogar, también a la música y a los bailes asociados. Sin embargo, en Europa en general y en España en particular, no fueron tan felices. Habíamos salido de la gran guerra y, "aunque España no entró en la guerra, la guerra entró en España", podemos leer 'La generación perdida. Una encuesta sobre la juventud de 1929', que Juan Francisco Fuentes (Barcelona, 67 años) acaba de publicar con Taurus.

Este ensayo del catedrático de Historia aborda la mirada que los jóvenes de 1929 tenían de su tiempo y del porvenir, a través de una encuesta publicada por el diario El Sol, tratando de contextualizar el momento histórico y, posteriormente, desvelando los futuros de algunos de esos jóvenes. Futuros moderadamente predecibles, en algunos casos, imprevisibles en otros, pero que transcurrieron por unos derroteros muy diferentes de los que se habían imaginado unos años antes. Miradas que, en muchos casos, no distan demasiado de las que los jóvenes de un siglo más tarde, el nuestro, en materias como la cultura, la política o el amor.

Portada de 'La generación perdida' / Taurus

Para Fuentes la gran pregunta es cómo podían ser estos jóvenes tan optimistas y cómo es posible que luego se encontraran una experiencia personal y colectiva tan trágica. La gran diferencia entre aquella generación y la de ahora, según él, es ese optimismo realmente sorprendente. "El contraste es tan grande, que solamente podemos pensar que a esta generación le vaya mejor, solamente puede tener un futuro mejor de lo que se temen", zanja el escritor.

¿Es así? ¿Tienen razones estos jóvenes para ser más optimistas que los de 1929? ¿Qué contestarían hoy a la encuesta que lanzó El Sol? Nos hemos acercado al Centro Cultural Conde Duque, en Madrid, a la sala Un cuarto en llamas, para hablar con Angélica Dass, fotógrafa hispano brasileña conocida internacionalmente por su proyecto Humanae, una colección de retratos que revelan la diversa belleza de la humanidad. Sus charlas TED tienen millones de visualizaciones y ha dado conferencias en instituciones como la Tate Modern de Londres o el Foro Económico Mundial de Davos. Dass combina la fotografía con la investigación sociológica, la educación y la defensa pública de los derechos humanos.

La fotógrafa acaba de inaugurar la exposición 'Soy adolescente, ¿y qué más?', un proyecto coral y colaborativo en el que lleva trabajando un año. Lo ha hecho con unos 200 alumnos y alumnas de cuatro institutos públicos de la Comunidad de Madrid, con chavales entre los 13 y los 17 años.

Imagen de algunas de las fotografías de la artista brasileña Angélica Dass, que forman parte del proyecto expositivo "Soy adolescente, ¿y qué más?", organizado por Dass y por Colectivo Masquepalabras. EFE/ Sergio Pérez / Sergio Pérez

Lo primero que Dass le pidió a estos jóvenes es que se definieran a través de un objeto. La muestra está llena de autorretratos formados por los objetos que definen a estos adolescentes. En ellos vemos objetos como teléfonos móviles, videoconsolas, elementos deportivos, maquillaje, pero hay mucho más. "Desde Pepa Pig y peluches, a pastillas, tabaco o vendas. Algunos se han autolesionado, otros hablan a través de cartas de suicidio, depresión, frustración", nos ha contado Angélica Dass.

Además de fotografías, en la muestra hay música, un vídeo en el que los chicos y chicas cuentan qué es ser adolescente para ellos. Hay cartas, han editado un libro y hay una encuesta que nos recuerda a la del diario El Sol. Entre las preguntas, qué harías si tuvieras una varita mágica, qué te gustaría cambiar en el mundo, con qué soñabas de niño y con qué sueñas ahora, quién es tu familia, dónde te ves en los próximos cinco años o qué características de tus padres ves reflejadas en ti.

Fotografías de la exposición 'Soy adolescente, ¿y qué más?' / Angélica Dass

¿Cómo ha sido trabajar con adolescentes? "Sorprendentemente fácil, solo hay que tener voluntad de escucharles", nos ha respondido la fotógrafa. "El gran piropo que recibí por parte de las profesoras fue el buen feedback, les dijeron que vino a trabajar con nosotros de verdad, que nos trató de manera normal y nos escuchaba de verdad. Solo hay que tener interés en lo que tienen que contar y tienen mucho que contar".

Después de recorrer la exposición, laberíntica como la mente de estos adolescentes, le hemos preguntado a Angélica Dass qué ha aprendido de lo que es ser adolescente hoy en España. Toda una lección de respeto que ha compartido con nosotros.

El fascismo en un siglo: el mismo peligro que nos acecha cien años después

A los jóvenes de 1929 les inquietaban los movimientos nacionalistas, entendidos como algo identitario y exluyente, que acabaron en fascismos. Es algo que hemos analizado con el historiador Juan Francisco Fuentes. Es algo a lo que vuelven a enfrentarse los jóvenes de hoy, un siglo después.

Esta semana Twitter ha suspendido la cuenta de Kanye West por incitar a la violencia. El rapero estadounidense ha compartido una imagen de lo que parece una esvástica fundida en una estrella de David. En una entrevista en un canal de ultraderecha, West ha dicho que le encanta Hitler, le encantan los nazis y que no es del todo cierto que mataran a seis millones de judíos. El auge del neofascismo en los años 20 del siglo XX y de nuevo en el XXI. ¿Por qué?

La escritora italiana Michela Murgia publicó en 2019 un ensayo con Seix Barral: 'Instrucciones para convertirse en fascista'. Un libro que venía a despertar conciencias, a provocarnos, a ponernos en guardia y a enfrentarnos también a un espejo. Tres años después llega al Festival Temporada Alta su adaptación teatral. Hemos conversado con Miquel Gorriz, que dirige este monólogo protagonizado por Mercè Arànega.

Cartel de la adaptación teatral de 'Instrucciones para convertirse en fascista' / David Ruano

¿De dónde surge la idea?

La idea surge de una necesidad, la necesidad que tenemos Mercè Arànega y yo, en noviembre de 2019, después de que por primera vez en democracia, en esas elecciones, un partido fascista llegara a las instituciones democráticas. En ese momento nosotros estábamos trabajando para adaptar una novela de Michela Murgia y, conociendo a la autora, llegó este ensayo a nuestras manos. Y dijimos oye, ante los acontecimientos políticos que estaban sucediendo en el país, tenemos que hacer algo, tanto como creadores, pero especialmente como ciudadanos y como demócratas.

¿Y qué ha sido lo más difícil a la hora de adaptar el texto?

Lo más difícil de la adaptación del texto, que hemos trabajado con Sergi Pompermayer, ha sido seguramente cómo adaptar lo que es un lenguaje de un ensayo, un ensayo en este caso político, a un lenguaje teatral, que tiene que ser directo, claro e inteligible. Y para ello nos hemos acogido sobre todo a lo que tiene el texto de sátira política. Y creo que ahí es donde hemos encontrado la llave.

Hay sátira, hay cinismo, pero la autora siempre dijo que no quería usar el humor ni la crítica política despiadada de una forma banal. ¿Cómo habéis encontrado el equilibrio?, ¿dónde están los límites?

Para eso la puesta en escena, que hemos convertido en una especie de stand up, es bastante idónea, porque nos permite tener siempre como un pie dentro y un pie fuera. Lo más interesante, seguramente, es el punto de partida, es desde dónde se ataca el tema. Y en este caso no lo hacemos desde la crítica grotesca, desde desde la ridiculización del fascismo, sino al contrario, se coloca en un sitio muy inteligente, que es el punto de partida que nosotros utilizamos para la obra y es que la democracia es un trabajo fatigoso, es algo que cansa, necesita un esfuerzo. Y para qué perder el tiempo, perder los años, perder la juventud y perder la vida en algo tan poco satisfactorio y que nos trae tantas complicaciones. Es mucho más sencillo, mucho más fácil hacerse fascista. Así que la obra no es nada más que una especie de mini cursillo para hacernos con el público: todos fascistas en una horita y media.

Tres años después de la publicación del ensayo, ¿cobra hoy más vigencia si cabe?

Sí, creo que desgraciadamente el significado de la obra es de total actualidad. Pero más allá de esto, lo importante es que lo que dice la propia mujer al final del ensayo y lo que dice también Umberto Eco en su conferencia contra el fascismo. Tenemos que estar siempre alerta. Ahora está sucediendo lo que está sucediendo, pero esto ya pasó en el siglo pasado, en el propio individuo, en cada uno de nosotros y en el devenir de las sociedades. En los momentos de crisis, la tentación de caer en los populismos, en el fascismo, es una tentación que de alguna forma, desgraciadamente, forma parte del ser humano. De vez en cuando aparece como panacea para resolver todos los problemas una solución que consiste en matar moscas a cañonazos.

¡Música, maestro!

Cerramos el programa con dos broches musicales. El Festival Temporada Alta termina esta semana y lo hace con una fiesta musical a la que nos invita Mario Gas (Montevideo, 75 años). El director de Sweeney Todd o Follies nos invita a recordar y celebrar a Stephen Sondheim, el gran genio del musical americano de la segunda mitad del siglo XX, que también nos dice mucho de cómo éramos entonces, a través de sus obras. Gas, acompañado de quienes han trabajado con él en los cuatro musicales de Sondheim que ha dirigido, le rinde un gran tributo.

Y te invitamos a leer y a escuchar el nuevo trabajo de Llorente, una banda zaragozana que acaba de publicar 'Libro de familia' con Factory Du Cardelain, un proyecto en el que colabora el líder del grupo, Óscar Llorente. Libro de familia es un libro disco, con el que nos invitan a regresar a lo analógico. A comprar el formato físico, pasar las hojas, leer los textos, las letras, las historias, ver las fotos y conocer toda la historia que hay detrás de cada canción.

'Libro de familia' de Llorente / Llorente

Es un trabajo muy luminoso, producido por Cuti Vericad, que hemos escuchado de principio a fin con su letrista y compositor. Óscar Llorente comparte con nosotros las pequeñas guerras cotidianas con las que todos lidiamos a diario: desde la paternidad, la adicción a las tecnologías, la corrupción o la salud mental. Un disco muy variado que leemos y escuchamos en esta entrevista con el músico:

Nuestras guerras cotidianas a través de las canciones de Llorente

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