Sociedad

"Nos han convertido en limpiadoras y mulas de carga controladas por Google Maps": las trabajadoras de ayuda a domicilio denuncian la precariedad en el sector

Trabajadoras de ayuda a domicilio denuncian la precariedad y la degradación de un servicio esencial

Manifiestación en la Plaza Sant Jaume de Barcelona contra la precariedad laboral del sector / Enric Fontcuberta EFE

Madrid

"El señor de Google Maps tiene 20 años y es atleta. Yo tengo 63 y estoy machacada". Concha lleva más de 27 años ayudando a quienes no pueden vestirse, ponerse los zapatos, ducharse solos o salir a la calle a comprar el pan. Ahora, como sus compañeras, tiene la sensación de haberse convertido en una "mujer de la limpieza precaria, que sale muy barata".

Son trabajadoras sociosanitarias, contratadas por las empresas a las que ayuntamientos, o gobiernos regionales, tienen subcontratados los cuidados que marca la Ley de Dependencia. Subcontratadas y controladas al minuto porque muchas empresas ajustan el tiempo de desplazamiento de un domicilio a otro por lo que dice la aplicación.

"Ese tiempo corre por nuestra cuenta", explica. Las administraciones pagan por servicio prestado al usuario "y a nosotras intentan siempre quitarnos algo por ahí". "Google Maps puede decir que de una casa a otra tardamos 15 minutos", cuenta Susana, "pero nunca son tiempos exactos, porque lo que no marca es lo que tardo yo en subir un quinto piso sin ascensor, la escalera del Metro que no funciona, el autobús que no llega a la hora, o lo que tardo en cambiarme". "De un sitio a otro te pueden dar 10 minutos, como te pases, no te lo pagan". "Vamos corriendo no, volando"

Presión que Concha, Susana, Nieves o María del Mar, suman a su día a día. "Levantar sola y sin grúa a una señora que pese cien kilos, ducharlos en cuartos de baño estrechos que apenas están adaptados, o el deterioro cognitivo de muchos usuarios". Por eso exigen que se realicen evaluaciones de riesgos laborales dentro de las casas. Los usuarios están cubiertos por la inviolabilidad y el secreto de ese domicilio, pero "nosotras sufrimos las consecuencias". No tenemos reconocida ninguna enfermedad laboral". "No ven lo que hacemos y cuando vamos a la mutua por dolencias musculares o cuadros de ansiedad, nos dicen que es degenerativo y por ser mujer".

Concha, Susana, Nieves y María del Mar en la estación de Atocha

"Limpiadoras precarias porque el usuario manda"

La Ley de Dependecia ofrece una serie de prestaciones en función del grado reconocido, pero se ha dejado que sea el usuario el que decida y "siempre quieren la limpieza" y en muchos casos está llevando a "una dejadez de su aseo personal". "Prefieren que les limpies la cocina, el salón o las ventanas" antes que cualquier otra cosa.

Las empresas dicen siempre lo mismo, "el usuario manda". Pero el problema, según denuncian, es la falta de inspecciones por quienes pagan el servicio, las administraciones. "Quienes hacen ese seguimiento son las coordinadoras de las empresa, pero puntualizan, "las empresas sociosanitarias de ayuda a domicilio no hablan de usuarios, hablan de horas facturadas y esas horas facturadas van a demanda del beneficiario".

La Ley de Dependencia facilita la atención personal y la atención doméstica y se está priorizando la doméstica. "Es una forma de tener una limpiadora en casa gratis y asegurada. Nos hemos convertido en mano de obra barata". El problema, cuentan, es que las administraciones miran para otro lado y las empresas "se están lucrando a costa de nuestro trabajo".

Ni para pagar el alquiler

Si la concesionaria recibe de media 20 euros por hora, a nosotros nos llega, entre 5,50 y 7 euros, dependiendo de la antigüedad. Nunca consiguen una jornada completa, como mucho 30 horas, aunque están disponibles de siete de la mañana a cuatro de la tarde. Pero las cuentas, no salen. El salario base son 960 euros con jornada completa, para 30 horas 763 y así "no llegamos" ni para pagar el alquiler en Madrid.

Concha, Susana, Nieves, Luisa y María del Mar fueron administrativas, secretarias de dirección y patronistas. Con la crisis perdieron el trabajo, pero se reconvirtieron en lo que son. Desde la Asociación Madrileña de Sociosanitarios a Domicilio , la Plataforma Unitaria, o el Sindicato de Ayuda a Domicilio piden que se dignifique su trabajo y "eso se hace subiendo los salarios y para dejar de vivir en la precariedad. Fueron esenciales durante la pandemia, son esenciales para miles de personas a las que ayudan a diario, pero su sensación es que "se han cargado este trabajo y nos han dejado las últimas de la fila".

 
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