Todos sancionados, ninguno sancionado

Madrid

Los jugadores de la selección nacional de fútbol de Irán perdieron por 6 goles a dos frente a Inglaterra en la segunda jornada del Mundial, pero los goles no representan la valía de cada uno de esos hombres. Los iraníes se han jugado el pellejo negándose a cantar el himno nacional en protesta por lo que ocurre en su país y en solidaridad con las mujeres iraníes que llevan meses manifestándose en las calles, exigiendo libertad. Miles de mujeres, decenas de miles de mujeres iraníes, están arriesgándose al negarse a llevar un velo negro de manera obligatoria y decenas de miles de hombres las acompañan en esa exigencia.

Los jugadores de su selección se han unido a la protesta, aun cuando no saben lo que les pasará cuando regresen a su país. En cambio, los jugadores ingleses, como los de otras selecciones europeas, no han sido capaces de arriesgarse a la sanción de la FIFA por llevar un brazalete arcoíris como habían prometido hacer en defensa de los derechos de la comunidad gay. Ante la amenaza de una sanción se echaron para atrás (aunque al menos intentaron mantener algo el tipo echando una rodilla a tierra; veremos que hacen las otras selecciones, incluida la española). En cualquier caso, no han resistido la actitud amenazadora de la FIFA y de su ridículo presidente. Hubiera bastado con que todas las selecciones europeas salieran al campo con el brazalete arcoíris para que la famosa tarjeta amarilla hubiera quedado sin validez real. Todos sancionados, ninguno sancionado. Pero no ha podido ser.