Con errores no se avanza en derechos

Se le han abierto dos crisis al Gobierno en la semana en la que podría estar rentabilizando tanto los efectos de la manifestación del domingo en Madrid, con una sanidad sumida en el caos y una presidenta madrileña cociéndose en el trumpismo ante el silencio y permisividad de su jefe de partido, como la presencia internacional del presidente del Gobierno, integrado plenamente en el núcleo de toma de decisiones y de relevancia a nivel mundial, como hemos visto estas últimas horas en la cumbre del G-20.

En lugar de esto, abre el melón de la reforma del delito de malversación, pero sin ser capaz de dar más explicaciones, ni por qué, ni cómo, ni cuándo, enredando también en ello algo que ya se había superado, la reforma del delito de sedición, abriendo una puerta a otra reforma que no sabe ni puede explicar. Pero es que estábamos con la malversación cuando una grieta en la, tan esperada y necesaria, ley del 'solo sí es sí' permite rebajar las penas a algunos condenados por delitos sexuales. Y a raíz de esto, todo el mundo ha señalado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, como responsable y ella, a su vez, ha señalado a los jueces que han rebajado las condenas y los ha llamado machistas.

Es posible que las dos reacciones estén mal. No hay que olvidar que la ley sale del Ministerio de Igualdad, sí, pero la aprobó el Consejo de Ministros, con todo el Gobierno, pasó el trámite parlamentario, es decir, la revisaron los grupos, y se aprobó con la mayoría suficiente, nadie consideró que esa grieta, de la que advertía el Poder Judicial, era un peligro. Y eso se traduce ahora en dos posturas dentro del Ejecutivo, los que piden la reforma de la ley, en una reacción inmediata, sin apenas debate, como la ministra María Jesús Montero, o los que piden unificar criterios y establecer jurisprudencia como, con más calma, hace el presidente del Gobierno. Tampoco parece que llamar machistas a los jueces sea la mejor salida.

Que hay que hacer algo con la ley es evidente, que hay que hacerlo con celeridad también lo es, aunque solo se le rebajara la pena a un condenado. Y hay que hacerlo porque todas nos alegramos de cualquier paso que se da para protegernos ante este tipo de delitos, porque esta ley fue una reclamación de la sociedad que el Gobierno, con la ministra de Igualdad a la cabeza, atendió inmediatamente. Porque con leyes como esta se avanza en derechos. Pero no si contienen algún error y tampoco si sirven para un nuevo enfrentamiento dentro del gobierno progresista. Así que lo mejor sería ponerse a trabajar de inmediato y, si es posible, sin tanto ruido.