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"Tortura blanca" a los presos políticos en Nicaragua

Berta Valle, esposa del opositor Félix Maradiaga, denuncia desde el exilio las condiciones que sufren en la cárcel los presos políticos

El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos ha pedido la libertad de un adolescente detenido en la cárcel en el marco de las protestas contra el gobierno autoritario de Daniel Ortega. / Rodrigo Sura EFE

La activista política nicaragüense Berta Valle lleva desde marzo de 2020 sin ver a su marido personalmente y desde junio de 2021 sin siquiera poder hablar con él por teléfono. Tampoco les han permitido enviarse correspondencia ni un dibujo de su hija, Alejandra. Ellas viven en el exilio en Estados Unidos y él, está en prisión en Nicaragua.

Su marido es Félix Maradiaga, activista en defensa de los derechos humanos y uno de los principales opositores al régimen de Daniel Ortega. Fue precandidato presidencial en 2021 y es uno de los siete candidatos a la presidencia que fueron encarcelados arbitrariamente. Cumplen de ocho a trece años de condena en el penal El Chipote, uno de los más peligrosos del país.

Venderse para comer

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Berta nos atiende en Madrid invitada por la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad. Huyó con su hija y su suegra a EE.UU. en 2018 “por seguridad”, cuenta, en el contexto de las violentamente reprimidas protestas nacionales tras la reforma del sistema de Seguro Social que reducía los beneficios para las personas mayores. Cuando a Maradiaga le retiraron el pasaporte no pudo volver a verlas.

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En esas protestas, recuerda Valle, “más de 355 personas fueron asesinadas por las fuerzas represoras. Estamos hablando del ejército, la policía, paramilitares y fanáticos del régimen”. De cara a las elecciones generales que se esperaban para noviembre de 2021, la oposición empezó a organizarse para hacer frente a Ortega. Félix lo hizo como parte de la Unidad Nacional Azul y Blanco. El régimen lo llevó a prisión junto a todo el liderazgo nacional.

A los políticos, se suman periodistas, líderes estudiantiles, líderes campesinos, mujeres, activistas, defensoras de derechos humanos, personas de negocios… Ahora mismo hay 170 presos políticos en prisión. A través de las escasas visitas que han podido hacer algunos familiares –a Félix solo ha podido visitarlo su hermana diez veces en todo este tiempo- han podido saber que “algunos de ellos han permanecido en confinamiento solitario por más de un año, particularmente en el caso de las mujeres”, asegura Valle.

Torturados en manos de un sistema controlado por el régimen

En cuanto a sus condiciones físicas, les restringen la cantidad de sol que reciben. “Félix permanecía en una celda completamente en penumbra con otro preso, y únicamente salía al patio quince minutos cada diez días. Duermen en camas de concreto con una colchoneta. La alimentación es sumamente deficiencia. Félix ha perdido 27 Kilos”, denuncia su esposa. Tampoco les dan acceso a material de lectura o escritura ni pueden hablar entre ellos. “En una ocasión Félix nos comunicó que él sentía que los estaban apagando”.

Los médicos que los han visto coinciden en que están sufriendo lo que llaman “tortura blanca”, técnicas no visibles a simple vista, pero que “son daños cognitivos, sensoriales, que en períodos prolongados producen daños irreversibles a las personas”, explica Valle.

La activista se queja de que el sistema judicial nacional, completamente controlado por el régimen, no les permite hacer nada ante la crueldad a la que están siendo sometidos sus familiares. De hecho, los arrestados tampoco han tenido acceso a la defensa. Dos de los abogados de Félix están en el exilio y otro está condenado junto a él.

Berta Valle mantiene, sin embargo, la esperanza por la fuerza y resistencia que pudo entrever en la imagen de su marido que publicaron las autoridades de Nicaragua. Y subraya: “lo peor que les puede pasar a las personas presas políticas es ser olvidadas”.

 
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