Magnífico

Madrid

Uno aquí se siente hoy pequeño, en esta magnífica sala de una magnífica universidad y sentado al lado de su Rector Magnífico. Por eso, es difícil escapar de esta palabra, magnífico, que nos llegó casi intacta del latín, como magno, y que usamos para referirnos a cosas espléndidas o suntuosas, y a personas excelentes y admirables. Es, además de un adjetivo para dignos mortales, un tratamiento de honor para algunas personas ilustres. Y en España, concretamente, para dirigirnos a los rectores universitarios. En este caso, el adjetivo puede tener matices según el orden y las mayúsculas utilizadas.

Porque es posible que un Rector Magnífico, con mayúsculas, no sea necesariamente después un magnífico rector, con minúsculas. Y por si fuera poco el magnífico, que va ligado al cargo, tienen las personas que llegan al rectorado el tratamiento civil de excelentísimo, un poco redundante en este caso, porque magnífico ya es excelente. En el caso de nuestro anfitrión, Bueno, de segundo apellido, ya tenía la mitad del camino andado antes de llegar a la magnífica excelencia del rectorado. Y sobre la universidad que dirige, reconocida como Campus de Excelencia, podemos decir, con el diccionario en la mano y con nuestra intuición, que también es un Campus Magnífico.