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Nina: "Me ha costado cantar en 'Los Puentes de Madison' sin llorar"

La cantante y actriz regresa a los escenarios con 'Los Puentes de Madison', la adaptación musical de la novela. Un regalo, confiesa, que llega cuando pensaba retirarse por las consecuencias de una intervención quirúrgica

Nina: "Me ha costado cantar en Los Puentes de Madison sin llorar"

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'Los Puentes de Madison' es una novela escrita por Robert James Waller en 1992. Tuvo tanto éxito, que Clint Eastwood no tardó en adaptarla al cine, tres años después, una película dirigida y protagonizada por él, junto a Meryl Streep. El musical tiene libreto de Marsha Norman, con canciones de Jason Robert Brown. La adaptación española la dirige Alberto Negrín y los cantantes y actores Nina y Gerónimo Rauch son los protagonistas. Rauch interpreta al fotógrafo Robert Kincaid, que irrumpe en la vida de Francesca Johnson, a quien da vida Nina. Los Puentes de Madison, El Musical, se estrenará en España el 11 de noviembre en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid.

Nina y Gerónimo Rauch en el musical 'Los Puentes de Madison' / Teatro EDP Gran Vía

Anna María Agustí i Flores, Nina, nació en Barcelona hace 56 años. Es la actriz que más veces ha interpretado a Donna en el musical 'Mamma Mia!' en todo el mundo. Más de dos millones de espectadores la han visto en los años que ha durado la gira del musical de ABBA. Hasta 2017, que fue la última vez que la vimos sobre los escenarios. En la rueda de prensa de presentación del musical de Los Puentes de Madison, Nina dijo lo siguiente:

"Yo hacía tres años que no subía a un escenario. Mi último musical fue aquí, en Madrid, por cierto, una ciudad que siempre me ha acogido muy bien y donde he hecho muchos musicales. Pero hacía tres años que no subía al escenario. Y entre que hacía como bastantes años que por mi imaginario iba pasando la posibilidad de por lo menos empezar a decir adiós al escenario y entre la pandemia, de repente llega este regalo maravilloso de la vida. Porque ya no es una cuestión de que uno vaya pensando en retirarse. Es una cuestión de que cuando hemos tenido la suerte de protagonizar según que producciones y ya tienes una cierta edad, piensas: qué vas a hacer, qué proyecto puede salir, que encaje, porque ya no puedes hacer según qué papeles, no los vas a hacer si has hecho papeles protagonistas. Y si no es subirse al escenario para hacer algo muy potente, que sea un reto vocal y actoral, pues no subes, no vale la pena. Porque lo principal, lo primero que necesitas para subir al escenario es mucha ilusión, mucha y muchas ganas de hacerlo. Unas ganas vitales".

Nos llamó la atención esa intención de retirarse de los escenarios y las razones que podía haber detrás. Hace dos meses, la actriz compartió un vídeo en sus redes sociales, en la que explicaba que había sufrido una intervención quirúrgica a los 44 años, que le había acelerado la menopausia. Le había provocado un envejecimiento prematuro de la piel, del cabello y, sobre todo, de la voz.

¿Cómo está la voz de Nina hoy? ¿Cómo haces para cuidar la voz y qué ha supuesto para descubrir un día que tu voz ya no va a volver a ser la misma?

Cualquier intervención quirúrgica o cualquier aspecto de salud en general a los seres humanos nos hace reflexionar mucho. Pero en el caso de un deportista, o en el caso de un cantante o actor, que no deja de ser un atleta, en este caso un atleta de la voz, también te hace reflexionar mucho y te hace ver que el día que el cuerpo y la voz no estén en condiciones óptimas, no podrás ni querrás subirte a un escenario. Sobre todo cuando lo has hecho en condiciones físicas muy óptimas, ¿no? Y al escenario hay que subirse a dar el 100%, sin pensar, sin invertir ni un segundo de tu tiempo en si vas a poder hacer aquello que tienes que hacer. Tienes que subir y abrirte en canal y darlo todo. A los 44 años, cuando me pasó lo de la intervención y tuve la menopausia anticipada, empecé a notar los signos de la vejez que hubiera notado los 53 o 54. Así que esas reflexiones que todo ser humano se hace ante la vejez y ante ante el envejecimiento, llegaron antes y en ese llegar antes llegó ese adiós o inicio de adiós a los escenarios. Porque algún día tiene que llegar. No sé si llegará dentro de dos años, de tres, de cinco, pero llegará. Yo siempre digo que yo soy de las que cuando quedan diez minutos para llegar a casa, que voy andando por la calle y salgo del metro, ya saco las llaves de casa. Es como un mecanismo de un cerebro anticipatorio. Yo me anticipo, seguramente es un mecanismo de defensa. Me gusta mucho prever, necesito prever y controlar.

Así que Nina se retirará a tiempo, porque hay quien aguanta sobre el escenario hasta el final

Es distinto un cantante que es cantautor, que su mensaje está en las letras y no tanto en una técnica vocal exquisita. Pueden aguantar más, pero los que cantantes o actores que basamos nuestra carrera en un trabajo vocal de orfebrería superfina, con una motricidad finísima, es complicado.

No sé si hay detrás otra razón, escuchando tus palabras en la rueda de prensa. Cuando llegas a una cierta edad y has hecho tantos papeles de protagonista, parece que empiezan a faltar esos papeles. Nina, ¿nunca secundary, como canta Chanel? ¿O cuesta además encontrar papeles para mujeres de tu edad, cuando el teatro parecía una tabla de salvación para las actrices mayores? ¿Hay machismo en el teatro musical también?

No, no es una cuestión de machismo. Sí que es cierto que yo creo que hay más papeles para para hombres que para mujeres. Pero hay papeles para mujeres. El caso es que yo he tenido la suerte, el privilegio de estar en producciones de primer nivel y hacer siempre papeles protagonistas. Cuando tienes la suerte de que eso te pase en la vida, si te llega un proyecto en el cual no vas a sentir que te pones en zona de peligro, que sales de tu zona de confort, hacer un papel que no me aporte nada, no lo voy a hacer porque llevo 40 años de profesión. Entonces o se me pone un Los Puentes de Madison por delante, que es un pedazo de reto vocal y actoral, o yo no me subo a un escenario. Sin menospreciar un papel secundario, no tiene nada que ver con estar delante o estar atrás. No tiene nada que ver con eso. Tiene que con cuánto de reto hay, cuánto voy a aprender, cuánto voy a sufrir en el buen sentido, cuánto me va a hacer crecer este proyecto.

Y este tiene todo eso, es una partitura muy exigente, nada que ver con cantar Mamma Mia!

Nada que ver. Mamma Mia! era encajar esas canciones en la dramaturgia, en las escenas, pero vocalmente no tenía ninguna dificultad. Los Puentes de Madison es una partitura extraordinariamente rica. Hay muchos guiños en la música y uno de ellos, que a mí me fascina, es que todos los personajes tienen un estilo diferente. La familia, por ejemplo, las canciones de la familia son más country, incluso algunas blues. Francesca, sin embargo, tiene canciones de corte más lírico que recuerda algo más operístico. Y eso hace que tenga que visitar unas zonas de mi tesitura que normalmente no visito en el tipo de música que yo canto. Y ese ha sido especialmente el reto con el que me he encontrado.

¿Y cómo está siendo trabajar con Gerónimo Rauch, que también es un grande de los de los musicales? ¿Cómo habéis conseguido esa química que había entre Francesca y Robert?

Es maravilloso. Yo creo que sin la química que nosotros tenemos fuera del escenario, creo que sin la relación que estamos forjando, sin la admiración previa que ya nos teníamos, sin las ansias, sin el deseo que ya teníamos de trabajar juntos, sería muy difícil hacer lo que hacemos en el escenario. Porque nos enamoramos cada, en cada función, en cada pase, nos enamoramos y sentimos esa sensación, es muy fuerte, es que es muy fuerte. Además, hay escenas muy, muy comprometidas, escenas de cama y y tiene que haber una dosis enorme de verdad y de autenticidad, porque si no, no va a llegar esa pasión, que es lo que va a desbordar y a sacudir al espectador. Piensa que yo, que llevamos casi 40 días ensayando, solo hace tres semanas que ya puedo cantar sin llorar. Eso es terrible, es terrible la emoción que te sacude con la historia. Ahora ya estoy en el punto en el que puedo, que las lágrimas me caen, pero yo no me inmuto como actriz, porque quien tiene que llorar es el espectador, no yo. Entonces para que todo eso, para que esa emoción florezca en el en el público, tiene que haber mucha verdad y sin la relación que hemos conseguido hacer Jero y yo sería sería complicado.

Muchos tenemos en el imaginario la película, que es un emblema. Hay muchos momentos icónicos que te aprietan el estómago. Uno de ellos, no sé si coincidirás conmigo, es ese momento en el que Francesca está dentro del coche agarrada al manillar. Robert espera fuera, bajo una lluvia tremenda y esa decisión de abro la puerta y me sumerjo en esa tormenta o me quedo como estoy. ¿Estos momentos de tensión dramática ,que tenemos muchos asociadas a la película, también se reflejan en esta adaptación musical?

Sí, sí. El libreto está más basado en el libro que en la película y por lo tanto sabemos muchas más cosas de Francesca. Y está explicado desde el punto de vista de Francesca. Y sí, esa escena está en la puesta en escena, pero es otra. No es la manilla de la furgoneta, pero sí está ese momento de la gran decisión que ella tiene que tomar. Y sí, sí, ese es el momentazo de la obra.

¿Cuál había sido tu acercamiento a la obra? Imagino que habrías visto la película, pero no sé si has leído el libro, que tiene incluso una segunda parte ('Los caminos del recuerdo') o si habías visto la adaptación de Broadway, que ganó dos Premios Tony?

Sí, bueno, yo vi la película en su momento y es de mis películas favoritas. Y es que, además, Meryl Streep es mi actriz favorita de siempre.

Otra vez te cruzas con ella

Qué suerte. Es impresionante esa mujer. Además, tuve la oportunidad de conocerla y hablar con ella. Nada, cinco minutos a raíz de Mamma Mia! y es toda humanidad, desprende humanidad. Es maravillosa esa mujer. No me extraña que haga lo que hace en el cine, porque detrás de esa actriz hay una persona, me parece a mí, extraordinaria. Así que vi la película en su momento, este verano la volví a ver y he leído el libro. Y claro, el libro te da muchos matices, muchas pistas. Es interesante también leerlo, así que me he acercado por todos lados.

Quería profundizar un poco en eso que has dicho, porque el libro lo escribe un hombre, la película la dirigió un hombre, este musical lo dirige un hombre, aunque tenga libreto de una mujer. Y has dicho y dijisteis en la rueda de prensa, efectivamente, que aquí si hay algún cambio, es que todo gira en torno a Francesca, a su mirada. ¿Cómo es esa mirada femenina de Francesca, habiendo tantos hombres detrás?

Bueno, en realidad es muy sencillo. Lo que realmente cambia es que aquí sabemos muchas más cosas de Francesca y que tal como están montadas las escenas, es el punto de vista de Francesca. Es como la historia relatada por ella. De todas formas, debo decirte que aunque haya un hombre dirigiendo, que es Alberto Negrín, te aseguro que tiene una sensibilidad que sólo se puede entender cuando veáis el montaje. Y lo cuidado, lo cuidado que está todo, porque todo está cuidado, lo mucho que cuida a Francesca, al personaje femenino.

Alberto Negrín también me sugería un debate y es algo que dijo en la rueda de prensa: "esa irrupción del destino en la vida de Francesca nos va a llevar a plantearnos cuál es el verdadero amor. Si aquel que es egoísta y tiene que ver con guiarse por la pasión, por el objeto amado o al contrario, sacrificar esa pasión en pos de mantener la familia, su familia y el bien de sus seres queridos". Sobre esta decisión de Francesca en Los Puentes de Madison, hemos hablado recientemente con Begoña Gómez Urzáiz por su libro 'Las abandonadoras', mujeres que abandonan a sus hijos, las razones que había detrás y entre las historias, recogía la de Francesca. Y esa decisión de renunciar o no, a qué, qué amor es egoísta, qué amor es generoso. ¿Es generoso el amor a otros, a tu familia, a tus seres queridos? ¿Cómo es el amor también a una misma, como Francesca, que ha renunciado a sus sueños, a sus aspiraciones, a sus inquietudes culturales? No sé qué lectura haces tú de la decisión de Francesca y ¿cuál es el verdadero amor?

Yo creo que cuando eso nos sucede en la vida, así siento yo al menos a mi Francesca, hay algo fundamental a lo cual tenemos que cogernos siempre, siempre. Pero cuando nos pasa esto, más: los valores. Para mí los valores son fundamentales. Sentir pasiones es algo maravilloso, es algo que nos hace sentir vivos, que nos hace sentir en la zona de peligro. Por eso te decía yo antes que necesito sentir pasión por un espectáculo para subirme al escenario y hacer ocho funciones semanales. Si no siento pasión, no lo hago. La pasión es energía. Es una energía que nos mueve, que nos mantiene vivos. Pero ante esa pasión, ante ese amor que llega puesto ahí por el destino, sin quererlo, en medio del campo aparece ese hombre y se enamoran de esa manera...ante eso tienen que aparecer los valores. No tanto la infidelidad que ella puede hacer, sino la fidelidad a unos valores, a unos valores que tienen que ver con un vínculo muy grande. ¿Francesca viviría igual de feliz y en paz sin ver crecer a sus hijos? ¿Esa pasión que siente por Robert encarna la felicidad o la felicidad está en renunciar a esa pasión y poder ver a sus hijos crecer? ¿No? Así que yo creo que los valores en la vida en esos momentos son cruciales, que es lo que va a hacer que vivas en paz y tranquilo.

No es una carrera hacia la resignación, sino una carrera hacia la vida. Eso también decía Negrín.

Es complicado. Es muy fácil hablar desde la teoría, ¿no? Yo creo que quien más, quien menos, se ha encontrado en el papel de Francesca, en el de Robert o en el del marido, ¿no? En esos momentos, supongo que cuando eres joven, pues no te planteas tanto esto que te estoy diciendo, pero si te pasa de mayor, te planteas todo esto. Los valores están o deberían estar ahí y creo que nos ayudan a llevar una vida con un bienestar emocional interior. Sin eso no se puede vivir. Yo por lo menos no podría. No podría. Me martiriza mucho.

¿Y cómo es la puesta en escena? ¿Qué es lo que vamos a ver y cómo funciona sobre el escenario ese mítico puente de Roseman?

Es maravilloso. Es una brutalidad. Es brutal porque sale la furgoneta de Robert, va a estar el puente de Roseman, está la casa, el porche, la cocina, los vais a ver bailar en la cocina, enamorarse en la cocina, a hacer el amor.

¿En el suelo?

En la cama, jajaja, se te pone la piel de gallina. Es que es una barbaridad de escenografía. Alberto es arquitecto, lo que pasa que luego compaginó la carrera de arquitectura con Bellas Artes y es escenógrafo. Lo que ha hecho ahí es una brutalidad, es una brutalidad. Yo nunca he visto una escenografía igual ni como espectadora ni como actriz.

Nina, Gerónimo Rauch y Alberto Negrín / Cedida por el Teatro EDP Gran Vía

Y hablando de puentes, ahora que falta tanto entendimiento en el mundo, tantos puentes. Y tú que trabajas tanto con la voz: si trabajásemos más la voz y cuidásemos más la voz, si prestáramos -incluso aquí en la radio- más atención a la voz, cambiaría el mundo.

Totalmente. La voz es fundamental y cómo decimos las cosas, las palabras que utilizamos para hablar son fundamentales en las relaciones personales y en las profesionales. Yo le doy mucha importancia a la comunicación, al lenguaje. Hay un empobrecimiento general del lenguaje por medio. Yo tengo esa percepción. Lo hay en los jóvenes, no en todos. No se puede generalizar, pero lo hay porque hay seguramente unas carencias en el sistema educativo y también en la universidad. Yo soy profesora de universidad y te aseguro que llevo cinco años dando clases a futuros logopedas y noto esas carencias en el lenguaje, en la expresión tanto escrita como oral. Y hay un ejemplo muy claro que se ve no solo en los jóvenes, no solo en el sistema educativo, en la universidad, sino en los políticos. Yo creo que un político debería de plantearse seriamente cómo se expresa y qué lenguaje utiliza, qué amenazas verbaliza. Creo que eso es mucho más preocupante de lo que realmente pensamos. Los políticos son un ejemplo y si un adolescente o una persona mayor ve que un político dice una mentira o habla de una cierta manera o insulta, ¿qué va a hacer la sociedad? Qué lucha tienen los padres por delante para educar a sus hijos en un buen uso del lenguaje, en una corrección, en un guardar las formas, en un respetar, en un pedir perdón, sobre todo en un pedir perdón. Por la calle cuando arrasas a alguien con el móvil. El lenguaje es muy importante y la voz es muy importante porque además la voz, la forma en que decimos las cosas, ahí hay un contenido semántico también. La acústica de nuestra voz lleva implícito un significado que las palabras por sí solas no tienen. Entonces hay que cuidar mucho cómo decimos las cosas.

Sólo Madrid tiene por lo menos 13 espectáculos musicales en cartel. Es una de las cinco primeras ciudades del mundo en teatro musical y moviliza a millones de turistas. Málaga también empieza a despuntar en el Teatro del Soho con Antonio Banderas. ¿A qué se debe este éxito del teatro musical? Es como los blockbuster, que vienen a salvar a las salas de cine, aquí los musicales rescatan la taquilla teatral.

Yo creo que para entender lo que estamos viviendo ahora, aparte de que venimos de una pandemia y hasta cierto punto era lógico que floreciera el teatro musical, como ha florecido la restauración, la hostelería, en fin, todo. Pero sí que creo que hay que echar la vista mucho más atrás de la pandemia e irnos por allá a 1956. Hay una enciclopedia maravillosa de Íñigo Santamaría, 'Desde Al sur del Pacífico hasta más allá de la Luna'. Ese compendio sólo podía hacer un doctor como él, doctor en biología y un amante de los musicales. En esa enciclopedia de tres tomos, tres tochos, ves la historia de los musicales desde el 56 hasta el 2011, y ahí te das cuenta de todo lo que se ha hecho. Entiendes que en Madrid en 2022 haya 13 producciones grandes, más las pequeñas en Barcelona, otras tantas en Málaga, etc. Hace más de tres décadas que hay escuelas que están preparando a actores y no olvidemos que teatro musical sin actores no se puede hacer. Y hoy están saliendo actores preparadísimos, bailando, cantando, tocando instrumentos. Hay productores que a lo largo de todas estas décadas han apostado, han apostado el dinero, han sido verdaderos héroes. Y a lo largo de estas décadas, producción tras producción, se ha fidelizado a un público que hoy en día ya no dice aquello de que "yo, que un actor pase de hablar a cantar, es raro". No, eso ya no sucede. Nosotros también hemos mejorado mucho. Y esa frontera delgada que hay entre cantar y hablar o hablar y cantar ya no se ve. Porque somos mejores intérpretes, hemos profundizado más y nos hemos preparado más. Incluso los más mayores, los que no tenemos la formación que tienen ahora los jóvenes. Así que creo que hay que ir bastante atrás y os recomiendo esa enciclopedia.

Una última reflexión. Decía Nacho Cano que su Malinche aportaba que es un musical de nueva creación español, hecho aquí para el mundo. Que estamos acostumbrados aquí a franquicias musicales de Broadway ,que está muy bien, pero ahora queremos empezar a nosotros a franquiciar a ellos musicales españoles, con talento español, para exportar y no importar tanto Broadway. Por otro lado, Banderas y Andrew Lloyd Webber presentaban hace unos meses un ambicioso proyecto para llevar España y América Latina al público hispano de Estados Unidos. Una audiencia hispana que no ha sido tenida muy en cuenta y que hay que apostar por la excelencia musical en español. Y quería conocer tu opinión.

Las dos cosas son necesarias. La primera, desde luego, porque de la misma forma que hay más actores y mejor preparados, también hay más dramaturgos. Hay gente muy buena, gente joven que escribe muy bien y sería genial que se hicieran proyectos de creación propia, con lo cual, por supuesto. Y tendrían que convivir con los grandes títulos que traemos de Broadway o del western. Para mí Los Puentes de Madison lo que aporta es que es un título nada previsible. El espectador lo asociará a la película, pero ¿a un musical? Eso es arriesgado. Y creo que va a estar bien, porque eso podría dar lugar a que detrás de nosotros hubiera un productor que se arriesgara también a traer otro título. Ahora podemos hacerlo, hace diez años esto hubiera sido impensable. Ahora estamos en un momento en que sí, en que el teatro se va a llenar, aunque sea un título que no te remita directamente a musical, como puede ser Mamma Mia!, Wicked o El Rey León. Vuelvo otra vez a la enciclopedia de Íñigo Santamaría. Cuando vas viendo la progresión de todo lo que se ha ido haciendo, dices ¡guau! Ha habido algún momento en esa historia, en alguna década en que se ha arriesgado. También arriesgaron la primera vez que hicieron Jesucristo Superstar o Evita. Y sembraron una semilla. Hoy estamos recogiendo los frutos de todos los que antes que nosotros sembraron semillas.

Si la voz te lo permite y llegan propuestas interesantes que te supongan un reto y te saquen de la zona de confort, ¿podría este no ser tu último musical?

Sí, sí, sí, sí, sí, yo creo que sí, porque ahora lo veo de otra forma. Lo que hay que hacer es cuidarse mucho y también mirarse con una mirada distinta. Nosotros convivimos con nosotros, con nuestro cuerpo. Tenemos una mirada sobre nosotros que no siempre corresponde a la realidad. Yo en ese sentido confié mucho en Gero e intenté mirarme a través de sus ojos. Él me veía como su Francesca creo que el confiar en él y en su criterio fue muy, muy positivo para mí. Y sí, puede ser que este no sea mi último musical. Sí, sí.

 
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