Los temarios

Barcelona

Hoy, la gente dice muchas cosas raras, como resilencia, implementar, empoderar, sostenible... Nuestro maestro siempre decía temario. El temario era algo que no se iba a completar. Un propósito inalcanzable. Oyendo decir cada curso que no íbamos a poder completar el temario, fui asumiendo en qué consistiría mi condición de español. Lo más bonito de España son las puestas de sol, porque están a lo lejos. A los españoles nos gusta mucho todo lo que pasa en el horizonte porque, como no se puede ir hasta allí, nunca decepciona. Somos gente de desencanto. Si lo sé no vengo es una frase que hemos dicho bastante y, ajustándolas a la música, esas cinco palabras podrían ser el estribillo de la letra para el himno que tenemos sin letra. No es que seamos gente prudente, de hablar poco, basta con tener la terraza de un bar bajo nuestra ventana para comprobar que sucede todo lo contrario. Más bien, es que nos cuesta explicarnos. Por eso aquí siempre hubo más pintores y poetas que novelistas, que son los que mejor explican. Ahora, ya no. Hoy dices autoestima positiva, y ya tienes una novela con mensaje. En España, no hay momento histórico que no acabe en un brote de desencanto. Ni partido político, ni ilusión colectiva. Al final del temario estaba el ocaso. Se pone en la penumbra lo que nunca va a decirse. Sigue siendo así, y ahora lo último del temario escolar es el franquismo. Una lección a la que no hay manera de llegar, quizá porque tampoco haya manera de salir. A lo mejor, la han puesto al final porque una dictadura es la cancelación de todo tema. Cancelar es otra cosa que se dice mucho. Antiguamente, una cancela era algo que salía en las coplas de Juanita Reina. Hoy, está todo lleno de cancelas y así nunca se llega al final del camino. Te tienes que dar media vuelta.