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"Es como vivir todos los días en el 11-S": tres periodistas ucranianas relatan cómo es informar entre bombas, exponiéndose a torturas o escondidas en sótanos

Según cifras de Reporteros Sin Fronteras, 8 periodistas han sido sido asesinados y otros 17 han resultado heridos desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania el pasado 24 de febrero

"Es como vivir todos los días en el 11-S": tres periodistas ucranianas relatan cómo es informar entre bombas, exponiéndose a torturas o escondidas en sótanos

"Es como vivir todos los días en el 11-S": tres periodistas ucranianas relatan cómo es informar entre bombas, exponiéndose a torturas o escondidas en sótanos

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Madrid

Suenan las sirenas antiaéreas. Como es habitual desde hace 8 meses, un reportero de la Compañía Nacional de Radiodifusión Pública de Ucrania, vestido con chaleco y casco, se dirige al refugio antiaéreo equipado para seguir desde allí la retransmisión. El directo no para pese a los avisos, que se producen varias veces al día tanto en Kiev como en el resto del país. En Járkov, al este, pegado a Rusia, los sistemas de alarma municipales están dañados, por lo que la población se mantiene atenta a las noticias que pueda dar la emisora pública para saber si deben permanecer en los refugios. Detrás, coordinando está Angelina Kariakina, jefa de noticias de la Radiodifusión pública de Ucrania.

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"El periodismo salva vidas. Damos información a las personas sobre sus necesidades básicas y su seguridad: vías de evacuación, alarmas, horario de los cortes de electricidad...", explica Kariakina. Allí, todos los medios están operando bajo la ley marcial. "Significa que tenemos un conjunto de reglas y restricciones para mantener a las personas seguras. Por ejemplo, no podemos informar sobre ciertos detalles de algunos militares ucranianos que se mueven por el país, no podemos informar sobre los detalles de un bombardeo mientras se lleva a cabo...", comenta mientras asegura que "son restricciones que tienen mucho sentido" porque lo han visto "en la práctica". "Si informamos sobre la ubicación exacta de un bombardeo, muy pronto habrá otro y aún más preciso", recuerda.

"Es como vivir todos los días en el 11 de septiembre"

Pese a las restricciones, que les impiden muchas veces "el acceso a primera línea", Kariakina destaca el fluido diálogo que tienen tanto con las fuerzas armadas como con el Gobierno liderado por Zelenski. Ella es también la cofundadora del Laboratorio de Interés Público junto con Natalyia Gumenyuk, reportera de guerra que colabora con medios internacionales como The Guardian, The Washington Post o la revista Rolling Stone. Gumenyuk reconoce "estar acostumbrada" a los conflictos, pero aun así, dice que la Guerra en Ucrania "es como vivir todos los días en el 11 de septiembre".

La organización que dirige Gumenyuk documenta desde el inicio de la invasión los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos presuntamente por Rusia. Para ello, se han convertido, dice, en reporteros que trabajan en primera línea. Una rutina muy peligrosa, la de informar. Según cifras de Reporteros Sin Fronteras, 8 periodistas han sido asesinados y otros 17 han resultado heridos desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania.

"Uno de nuestros reporteros fue torturado durante 8 días"

Una situación que el equipo de Gumenyuk ha vivido desde el primer día: "en el sur de Ucrania, en Jersón, uno de nuestros reporteros tuvo que ser evacuado. Otro cerca de allí fue detenido y torturado durante 8 días en marzo. Un periodista en Járkov perdió su piso porque fue bombardeado. Una compañera en Chérnikov resultó herida por los bombardeos, su padre fue detenido durante 20 días y su apartamento ha sido destruido. Otro fotógrafo de mi equipo pasó dos semanas en Bucha en un sótano. Esto es lo mucho que ha cambiado la rutina".

Olha Chytailo, reportera de la cadena privada de televisión ICTV, estaba el pasado 2 de septiembre grabando en la frontera con Rusia y Bielorrusia las historias de ucranianos que viven allí cuando vio pasar un dron. "Uno o dos minutos después escuchamos una explosión", recuerda. Había sido muy cerca de su coche. Las ventanas se rompieron y soldados ucranianos les dijeron que se marcharan rápido de allí.

Chytailo no sintió miedo en ese momento: "tardé un día en asimilar lo peligroso que había sido. Te puede ocurrir en cualquier sitio, no necesitas estar en la frontera para sufrir un ataque con un dron. Dos semanas antes, Rusia atacó con drones una zona de Kiev que está muy cerca de nuestra oficina".

La redacción como un refugio

Un lugar, la redacción, que se ha convertido en refugio para ella y muchos de sus compañeros. "Mi casa está cerca de Irpín, puedes recordarla por la ciudad que fue destruída por los rusos. Era peligroso estar allí, por eso estuve viviendo en la oficina". Junto con ella, durante un mes "aproximadamente 100 personas con sus familias han estado durmiendo y despertando allí". Durante la huida, explica Chytailo, "mucha gente no pudo llegar a sus casas".

En Ucrania, periodistas y medios no solo hablan de la guerra, pero reconocen que mucho de lo que cuentan está relacionado con ella sorteando diariamente "la desinformación y la propaganda" de Rusia, reconocen. Aunque para Nataliya Gumenyuk tras las mentiras hay una realidad: "el hecho de que los rusos están matando a los ucranianos".

Y a esto apuntan las tres periodistas, Rusia no les ataca por su profesión, les ataca por su nacionalidad, como al resto.

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Javier Liébana Giraldo

Javier Liébana Giraldo

Redactor del equipo de informativos de fin de semana de la Cadena SER. Graduado en Periodismo por la...

 
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