La capeas y las tradiciones

Barcelona

Cada vez que oigo la palabra capea, me acuerdo de Eugenio Noel. Ni siquiera se llamaba así, pero era su nombre literario. Ramón Gómez de la Serna lo retrató viviendo en un sótano. Decía que se afeitaba la cabeza para tener una frente como la de Beethoven. Eugenio Noel había sido seminarista igual que su contemporáneo Ramón Pérez de Ayala. Y del mismo modo que Pérez de Ayala obtuvo la fama con una novela anticlerical, Eugenio Noel se haría popular por sus escritos antitaurinos. Entonces, ir contra los toros era políticamente incorrecto, y a menudo acababa en linchamiento. Las tradiciones no varían. Eugenio Noel recorrió España nervio a nervio, junto al escultor Julio Antonio, a la busca de los más profundo de los pueblos y de sus moradores. La película de Las Hurdes, de Luis Buñuel, es hija de aquel afán. También el peregrino Ciro Bayo había llegado a Yuste en compañía de Ricardo y Pío Baroja con la intención de retratar la herida. Gutiérrez Solana la pintó, y en sus escritos la llamó La España negra. Eugenio Noel se ganaba la vida dando conferencias contra las corridas de toros, y en los casinos de los pueblos le esperaban a la salida para pegarle palizas. Las tradiciones son así. Noel tenía el pelo largo, a la manera de Beethoven, y una vez lo sujetaron entre varios y le cortaron la melena. Publicó un libro de crónicas que se titulaba Las capeas. El primer artículo está dedicado al Toro de la Vega, en Tordesillas. Era el año 1915. Además emprendió una cruzada contra el flamenquismo, así es como llamó a la chulería de los señoritos. Y en su Diario íntimo, que ocupa dos extensos volúmenes, se lamenta de estar escribiendo contra la única clase social que puede sus comprar libros. Y añade: la censura negra y la roja imposibilitan mi vida.