El silencio de Jesús Quintero y el traje de Víctor Amela

MADRID

Quizás llegamos tarde, casi todo el mundo le había rendido ya homenaje a Jesús Quintero. Hasta el propio Juan Carlos Ortega dedicó un emotivo programa de Las Noches que recomendamos encarecidamente y que podéis escuchar aquí.

Pero no pudimos, intentamos pensar otra cosa mejor que hacer, algo más original, como un ranking de las mejores pifias radiofónicas. Quizás también unas bromas telefónicas en las que le decimos a alguien que su marido está con otra chica, también existía la opción de preguntar a la gente si le gusta la tortilla con o sin cebolla o medir el ingenio de los oyentes preguntándoles si son más de invierno o de verano, pero nos lo pidió el cuerpo.

Nos pidió que volviéramos a sentir esos silencios, esa risa canalla, esas preguntas a la yugular con el mayor cariño posible, esa tensa espera a ver si el entrevistado aportaba más de lo que ya le había sonsacado. Esa mitad de la radio que queda huérfana. Porque "si Iñaki Gabilondo y Luís del Olmo son la radio de día, Jesús Quintero es la noche", explica Ortega.

La cuestión es que recopilamos un montón de preguntas de El Loco de la colina y, con premeditación y alevosía, hicimos que nuestros oyentes respondieran. Merece la pena escucharlo, porque en cada respuesta se puede apreciar el respeto y la admiración por Quintero, pero también la categoría y el poder de improvisación de los oyentes del Transmite.

Pero por si la cosa no tuviera bastante con uno de los seres de luz de la historia de este país, quisimos hablar de Federico García Lorca y lo hicimos con una persona que comunica como los ángeles: Víctor Amela. Quién ha reunido todas las historias de Lorca en su efímero y provechoso viaje a Cuba y las ha explicado de tal manera que es como si las hubiese vivido él mismo. El libro se llama “Si yo me pierdo” y es un canto a la libertad, la de verdad, la de mucho antes que esa palabra se usara tan a ligera.

Leyendo a Amela podemos pensar, casi sin temor a equivocarnos, que seguramente era el destino que debió tomar Federico cerca de esos “negros sin dramas”, como él mismo definía a los cubanos.

Puede que sea el Transmite con menos risas pero, disculpen por el autorregalo, probablemente sea el que más hemos sentido.