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Robert Graves: El poeta de Deià

Es una de las grandes figuras literarias del siglo XX y uno de los escritores más versátiles y originales. Le tocó vivir y sufrir las dos guerras mundiales y la guerra civil española. “Mallorca es el Paraíso, si es que puedes resistirlo”, palabras que le dijo la escritora Gertrude Stein para animarle a ir a la isla donde el poeta y escritor británico debería encontrar serenidad y refugio en el Mediterráneo. Y se instaló en Deià, una pequeña localidad mallorquina de donde tuvo que marcharse en 1936

English poet, novelist, essayist and critic, Robert von Ranke Graves (1895 - 1985) writing at Vale House, his home in Galmpton near Brixham, Devon, December 1941. Original Publication: Picture Post - 982 - What I Believe About Ghosts - pub. 27th December 1941. (Photo by Bill Brandt/Picture Post/Hulton Archive/Getty Images) / Bill Brandt

Durante la Primera Guerra Mundial obtuvo el cargo de oficial y fue malherido en la batalla del Somme en 1916 con una esquirla de obús que le dejó los pulmones bastante tocados. Robert Graves confesó, sin ambages, que fue visitado por el fantasma de un soldado durante ese periodo. Lo cuenta en su obra autobiográfica “Adiós a todo eso” (de 1929) en la que repasa su infancia y sus infelices días escolares en el internado de Chatterhouse, así como sus brutales experiencias en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, Habla también de un joven soldado apellidado Challoner, del cual Graves se hizo amigo durante los entrenamientos de las tropas en Lancaster y que fue mandado con su batallón a Francia en marzo de 1916. En el día del embarque, éste le dijo a Graves (que llegó a ser teniente de los Fusileros Reales de Gales) que pronto se encontrarían en su destino. El encuentro aconteció, pero no de manera física, pues Challoner murió en la batalla de Festubert. Aproximadamente un mes después, Graves dice:

"En Béthune vi el fantasma del soldado Challoner, que había estado en Lancaster conmigo, y también en la compañía F en Wrexham. Cuando lo incorporaron al Primer Batallón, me tendió la mano y me dijo: ‘Nos volveremos a ver de nuevo en Francia, señor’. En junio le vi pasar por el campamento de la Compañía C, cuando celebrábamos nuestro retorno sanos y salvos de Cuinchy… patatas nuevas, pescado, guisantes, espárragos, chuletas de cordero, fresas con crema, y tres botellas de Pommard. El soldado Challoner se asomó por la ventana, saludó y se marchó. Era imposible confundirlo, así como a su gorro con insignias, sin embargo, ningún batallón de los Reales de Gales había acampado en esas fechas en varias millas a la redonda de Béthune. Di un salto, me asomé por la ventana, y no vi nada salvo una colilla humeante en el pavimento. Challoner había muerto en Festubert en mayo".

Robert Graves, tras pasar su juventud en los escenarios bélicos, tras contraer dos matrimonios con sus ocho hijos, tras escribir más de cien obras literarias de todo tipo (él quiso ser recordado más como poeta que como novelista), tras el éxito mundial de “Yo Claudio”, “Los mitos griegos” o “La diosa blanca”, siempre encontró refugio e inspiración en su casa de Deià durante 46 años (de 1929 a 1936 y desde 1946 hasta 1985), en plena sierra de Tramontana, hoy convertida en museo gracias a la Fundación Rober Graves. Siempre perfeccionista, escribió: “Un poema perfecto es imposible. Una vez que se ha escrito, el mundo terminaría”.

 
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