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Amor, guerra y el "escándalo" del Nobel: las cartas de Marie Curie

La madre de la física moderna tuvo una apasionante correspondencia con su marido Pierre, sus hijas y personalidades como Einstein

Cartagrafías | Amor, guerra y el "escándalo" del Nobel: las cartas de Marie Curie

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MADRID

Este jueves, nuestra protagonista en Cartagrafías, es la científica Marie Curie, la primera mujer que ganó un Premio Nobel en 1903, la primera persona del mundo que consiguió dos en 1911, en diferentes categorías, Física y Química, la primera mujer que ocupó un cargo docente en la universidad de París, que cambió la ciencia moderna en un mundo de hombres, descubridora de los elementos radioactivos, pionera de los principios de la radiactividad, de la física atómica o los tratamientos radiológicos. Está considerada como la “madre” de la radioterapia, un referente feminista y antifascista. Comprometida con la sociedad, también tuvo una correspondencia apasionante que dibuja gran parte de su vida.

La primera etapa de correspondencia que comentamos está relacionada con el período en el que trabajó en Polonia, su país natal, como institutriz en casa de una familia aristócrata mientras ahorraba para costearse los estudios en Francia. Desde aquí, intercambia las primeras cartas con los suyos contando el choque que implica vivir en una casa más conservadora o el dolor que sufre cuando se enamora del hijo mayor de la familia que rechaza frontalmente cualquier tipo de relación entre ellos por la clase social de María Salomea Sklodowska -nombre completo de Marie-.

La científica también tuvo una correspondencia destacada con Pierre Curie, su marido, que la "cortejó" por carta tras conocerse en París o con sus hijas. La primera carta de Marie a sus hijas, está escrita desde Estocolmo, en junio de 1905, donde el matrimonio Curie fue a recoger el Premio Nobel de Física, compartido con Henri Becquerel en 1903. Se conservan más de 1.000 cartas de esta serie, unas 200 están publicadas en un libro titulado “Marie Curie y sus hijas”, de la editorial “Clave intelectual”. Las intercambiaron durante 30 años, desde 1905 hasta 1934, fecha de la muerte de Marie, y escucharemos algunos fragmentos.

Más de 1.000 cartas compartidas con sus hijas

En la edición francesa de esta correspondencia se han conservado las faltas de ortografía de las niñas y en la española algunas, siguiendo la lógica del castellano. Al principio, son misivas muy sencillas, que relatan detalles cotidianos y domésticos. Las niñas son todavía muy pequeñas, explican a su madre sus progresos en los estudios, sus excursiones, comparten problemas matemáticos y las iremos viendo crecer "por carta". En 1914, leemos cómo estalla la Primera Guerra Mundial que trastoca completamente los planes de la familia.

La investigadora equipará los primeros coches radiológicos con unidades móviles de rayos X para localizar proyectiles en el cuerpo de los heridos, ella misma conducirá hasta el frente con estos vehículos para formar a los sanitarios. Su hija, Irène, escribe cartas desesperadas a su madre, quiere reunirse con ella, ayudar en la guerra. Finalmente, se sacará el título de enfermera y la acompañará o sustituirá en sus labores, estableciéndose una relación muy especial entre ellas. La joven seguirá sus pasos y se convertirá en una científica de prestigio - en 1934 ella y su marido anunciarán el descubrimiento de la radioactividad artificial con el que ganarán el Nobel-.

Antes, en 1911, a Marie ya le habían concedido su segundo premio Nobel, el de Química, por sus investigaciones y fue víctima de una campaña mediática bochornosa. La mujer del científico Paul Langevin, colega de Marie, encontró una correspondencia comprometedora entre los dos investigadores que remitió a la prensa. A raíz de la publicación de la noticia, Marie sufrió todo tipo de insultos, la increpaban hasta por la calle. La Academia sueca le sugirió que no fuera a recoger el Nobel a lo que ella contestó: “Señores, lo que me proponen sería un grave error de mi parte. Creo que no hay relación alguna entre mi trabajo científico y los hechos de la vida privada”. Su amigo Albert Einstein la apoyó por carta.

Su otra hija, Ève Curie, la artista de la familia, trabajó como periodista y corresponsal de guerra, desarrolló un gran compromiso político y social en Estados Unidos al lado de organizaciones como UNICEF, pero sin duda su gran proyecto fue escribir una biografía sobre su madre que arrasó en todo el mundo. Vivió hasta los 103 años y hasta el final, mantuvo vivo el recuerdo de su madre. Éstas y otras historias están dentro de correspondencia que comentamos en este cuarto capítulo de Cartografías.

 
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