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Opinión

Precariedad

"Si la vida es precaria por definición, el hilo atribuido por el sistema contemporáneo a la 'precariedad' económica, política y sentimental se ha vuelto tan corto que parece una molesta correa que nos ata a la incertidumbre, a la inseguridad, a la ansiedad"

En el principio fue la palabra | Precariedad

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Florencia

Precario, incierto, inseguro. Condenado a sufrir un cambio en cualquier momento, generalmente a peor. Por lo tanto, obligado a esperar un final mejor.

Hoy en día, el vértigo de la 'precariedad' parece haberse convertido en ley en cada ámbito de la existencia, con todos los quebraderos de cabeza que lleva: trabajo, pareja, política, familia, ninguna historia hoy parece gozar de la última frase de los viejos cuentos de hadas: para siempre (comiendo perdices).

Si incluso la confianza en el futuro hoy tiene fecha de caducidad, la etimología de 'precariedad' tiene algo que ver con la fe. El vocablo deriva del sustantivo latino precarius, “obtenido con oraciones", "otorgado por gracia", de la palabra prex, que significaba "súplica", "oración".

En el mundo antiguo, la 'precariedad' era la condenación impuesta no por un contrato de trabajo de duración determinada o por una novia que deja una notita y se va, sino por la naturaleza humana: el hombre era el ser 'precario' por definición porque era limitado y mortal, a diferencia de los dioses que, desde lo alto del Olimpo, se divertían con el espectáculo de sus alegrías y desdichas.

El secreto de vivir consistía en saber aceptar las reglas del juego: como un partido de fútbol (¡La Liga empieza este fin de semana!), la única manera de ser feliz era dar sentido al espacio entre alfa y omega, entre el principio y el final de la vida.

Según el mito clásico, las responsables de la 'precariedad' eran las Moira (en griego) o las Parcas (en latín), las tres hermosas hijas de Zeus también llamadas "las tejedoras de la vida", ya que tenían en sus manos el hilo asignado a cada persona al nacer: eran ellas quienes, en un momento desconocido del destino, decidían cortarlo por siempre - zac - y no había manera de arreglarlo.

Si la vida es precaria por definición, el hilo atribuido por el sistema contemporáneo a la 'precariedad' económica, política y sentimental se ha vuelto tan corto que parece una molesta correa que nos ata a la incertidumbre, a la inseguridad, a la ansiedad. Como árboles sin raíces o cometas sin hilo, vivimos la vida flotando, tratando de mantenernos en pie como equilibristas al borde del abismo.

Mejor vivir como decía Lorenzo de’ Medici (estoy ahora en Florencia), "Quien quiera ser feliz, sea, / De mañana no hay certeza".

 
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