Conviene que no olvidemos lo que es la guerra a secas

Dice hoy Cinco Días en su primera página: "Subida agresiva de los tipos de interés". La guerra ya es para nosotros, sobre todo, el debate sobre el gas y sobre al aire acondicionado, los precios disparados, las hipotecas ahora más caras. Putin abre y cierra el grifo porque sabe que, con ese grifo, hace que la guerra sea, sobre todo, para nosotros, la guerra del gas. Y hace que se nos olvide o nos preocupe menos lo que tanto nos importó.

Ahí tienen al ministro ruso de exteriores, admitiendo que no les vale sólo el Dombás. Que esto va para largo. ¿Se acuerdan de cuando hablábamos a diario del avance de los frentes, de las ciudades tomadas o liberadas, de los ataques sobre civiles, de las familias refugiadas? Ya no hablamos de eso, porque por eso alargan las guerras: para que dejemos de mirar. Hace unas semanas, en un acto de homenaje, llenaron una plaza de la ciudad de Lviv de autobuses escolares. Todos vacíos. Cada asiento llevaba el nombre de un niño asesinado. Ocho autobuses. Todos vacíos.

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Habrán visto la imagen de un padre, junto al cuerpo tendido de su hijo, de 13 años, al que alcanzó un misil mientras esperaban el autobús. El hombre, en shock, le coge la mano y se queda junto a él. Y reza. Nos hemos puesto a hablar del termostato y de la guerra del gas. Conviene que no olvidemos lo que es la guerra a secas.

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