Bochorno, que no es lo mismo que calor

Se ha acabado la ola de calor, o esta ola de calor, y antes de que empiecen a importarnos otras cosas -que pasará-, conviene que miremos, en un minuto, todo lo que ha pasado en unos pocos días. Han sido dos olas de temperaturas extremas con unas semanas de diferencia que han dejado los termómetros en 40, 42, 45 grados en España. Más de 40 por primera vez en Reino Unido, donde se derritió parte de una pista de aterrizaje.

La misma crónica en todas partes: el mismo mapa rojo en todas las televisiones. 40 grados en Berlín, 42 en Italia, donde se declaran tres incendios al día y que afronta la peor sequía en el Po, su mayor río. De su lecho ha llegado a emerger un vehículo militar de la segunda guerra mundial. 41 grados en Francia, con incendios en Gironde.

39 grados en Ámsterdam y caos en su aeropuerto por el calor, casi 40 en Grecia, con un fuego fuera de control en Atenas y así una ristra de incendios en todas partes. Más de 60.000 hectáreas llevamos calcinadas en España sólo en unos pocos días: 8.000 desalojados. Ahora es Ateca, en Zaragoza. Y otra vez el fuego, los desalojos, las llamas que se quedan a las puertas de las casas, los pastores tratando de salvar al ganado...

El peor año desde que hay registros, nos dijo ayer aquí el director general de Protección Civil. El agua del Mediterráneo tan cálida o más que la del Mar Caribe. Los expertos avisando de que este puede ser el verano más fresco de los que vienen. Y a todo esto, que es lo que le está pasando al mundo delante en apenas unos días, algunos lo siguen llamando ideología. Por suerte, aún quedan palabras a las que no han vaciado de significado. Por ejemplo: bochorno. Que no es lo mismo que calor.