La soledad de la izquierda ante la urna
"Derecha y ultraderecha se hacen compañía como en aquel clásico del cine que se titulaba ¿Dónde te escondes, hermano? Lo que peor le sienta a la izquierda es la falta de compañía, pues precisamente su fuerza se sustenta en valores como el compañerismo"
La soledad de la izquierda ante la urna
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Barcelona
Ahora ya todo ha cambiado, pero al principio, en las elecciones autonómicas, y también en las generales, existía un reconocimiento mutuo entre los andaluces que votaban en Andalucía y los que habían emigrado y votaban en las ciudades a las que se fueron a vivir. Los andaluces de Cataluña votaban pensando también en su pueblo de Andalucía, en la gente que habían dejado allí y en todo lo que habían pasado en uno y otro sitio. Esta manera de sentir, o de pensar, les llevaba a muchos a votarle a la izquierda. Del mismo modo, mucha gente en Andalucía votaba sin dejar de pensar en quienes se habían ido, y así unos y otros se decidían por las mismas o parecidas papeletas electorales. De esta forma, se alimentaba la izquierda en una identificación con el otro, con el igual que estaba en otra parte. Aquella gente ha ido muriéndose a lo largo del tiempo, cada cual en el sitio que le tocó o que eligió, y el fluir de esa corriente se ha estancado en compartimentos aislados. No es la misma la izquierda de una generación y la de otra. No porque no aspiren todas las izquierdas a lo mismo, sino porque están hechas de otra gente, de otros votantes. La derecha, por su parte, siempre está ahí, y es la izquierda la que sube y baja según las épocas igual que la marea entre las rocas. Más allá de la derecha, tenemos a la ultraderecha. También está siempre ahí. Derecha y ultraderecha se hacen compañía como en aquel clásico del cine que se titulaba ¿Dónde te escondes, hermano? Lo que peor le sienta a la izquierda es la falta de compañía, pues precisamente su fuerza se sustenta en valores como el compañerismo. Estar solo no es concurrir en solitario o en coalición a unas elecciones. La soledad es ir a votar sin tener alguien lejano en quien pensar.