Convivir por decreto

Madrid

Por un lado, está la pugna política por el modelo lingüístico en la escuela catalana y por otro, y a mucha distancia, la realidad. En las calles y en las aulas, en los barrios y en los patios se mezclan idiomas y registros sin parar. Para muchos alumnos escoger entre catalán o castellano es la parte fácil de la ecuación plurilingüe en la que viven. Cataluña hace mucho que es sanamente mestiza porque, que yo sepa, este territorio también forma parte del mundo globalizado que habitamos. Pero tanto en el Parlament como en el Govern se sigue tratando este asunto como se hacía en los años noventa del siglo pasado.

La Generalitat ha sacado un nuevo decreto lingüístico y para darlo a conocer ha anunciado que a partir de ahora el catalán será vehicular y el castellano curricular. O sea, lo mismo que hasta ahora. Como estrategia para distraer a los jueces y a quienes piden el cumplimiento de la sentencia del 25% es bastante burda, la verdad. ¿Cuánto tiempo esperaba la Generalitat que los críticos con la inmersión descubrieran que curricular significa que el castellano es una asignatura?

Como si hubiera dejado de serlo alguna vez. Yo creo que el problema real de todos, catalanistas, españolistas, indiferentes y pasotas, es que tenemos un tanto por ciento considerable de políticos que no se acuerdan de que cobran para resolver conflictos, no para inventárselos ni echar leña al fuego. Que esto no es un juego, es la educación de nuestros hijos. Pero unos siguen repitiendo que hay un consenso general respecto a la inmersión cuando es evidente que hace tiempo que se ha roto, mientras por el otro lado cuentan historias de terror en las que la lengua de Cervantes está al punto de la extinción por estas tierras.