Internacional

El rastro de la guerra en Hostomel

Entre el 25 de febrero y principios de abril, la ciudad de Hostomel, en las afueras de Kiev, fue escenario de brutales combates y durante un tiempo estuvo ocupada por las fuerzas rusas. Tan pronto como fue relativamente segura, un equipo de Médicos Sin Fronteras empezó a apoyar al personal médico local para reanudar los servicios médicos en la localidad

Este edificio dañado alberga uno de los centros de salud que apoya MSF. / Maurizio Debanne

Kiev

La cita es a primera hora de la mañana. En una Kiev casi desierta. El quiosco que vende café sigue cerrado, las persianas se levantarán ya tarde para mí, cuando sea hora partir. El destino: Hostomel, una ciudad a unos 30 kilómetros al noroeste de la capital ucraniana. A lo largo del camino, puentes derrumbados, casas destruidas, puestos de control y trincheras excavadas a lo largo de la carretera como si fueran escenas de una película. Pero aquí hay poca ficción: la devastación es real.

El coche se detiene frente a un edificio acribillado en cuya planta baja hay una clínica. En el aparcamiento de enfrente hay un tanque destruido. Hace unas semanas, se combatía casa por casa en esta manzana.

La psicóloga de MSF Yulia Korzh visita a los pacientes en sus hogares, responde a solicitudes individuales y realiza sesiones grupales para brindar atención médica mental. / Maurizio Debanne

Olena, médico

"La situación se volvió terrible de repente. Hubo varios heridos. Gente con lesiones por metralla, con contusiones", dice la Dra. Olena Yuzvak, que coordina las actividades médicas de la clínica. "La gente tenía miedo. Simplemente, no sabían lo que estaba pasando y, desde luego, no estaban preparados para todo esto".

La doctora Yuzvak es el único médico que nunca dejó de trabajar en el Hostomel. Tendría innumerables razones para abatirse, o al menos para descansar, pero su impulso hacia sus pacientes sigue animándola de manera increíble. "Durante la ocupación, cuando los soldados tomaron la clínica, traté a los pacientes en mi casa y los vecinos trajeron medicamentos. Nos las arreglamos con lo que teníamos".

Tras el fin de los combates, un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) empezó a trabajar con la Dra. Yuzvak y otros médicos para reanudar las actividades sanitarias en Hostomel. "La primera semana, hicimos visitas a domicilio. La gente se alegró mucho de vernos; no podían creer que estuvieran relativamente seguros y que alguien pudiera proporcionarles atención médica. Ahora están regresando cada vez más médicos", explica Kateryna Kycha, integrante del equipo de MSF.

Muchos habitantes de Hostomel padecen sobre todo enfermedades crónicas como hipertensión, asma o, en ocasiones neumonía, producto de vivir demasiado tiempo en refugios o sótanos en condiciones precarias.

"Cuatro misiles explotaron cerca de mi casa", relata Angela, una anciana de Hostomel. Recuerda así una mañana de marzo en la que un ataque, que duró unos 20 minutos, le costó a su marido una fea herida de metralla. "Corrí al sótano pero él estaba lejos y no le dio tiempo. Había perdido mucha sangre. Por suerte, tras el ataque, pudo llegar hasta mí y pudimos desinfectar las heridas y vendarle con las gasas que había preparado en el refugio".

Muchos de los pacientes que los equipos de MSF han atendido en Hostomel padecen enfermedades crónicas como asma, hipertensión o problemas cardíacos. La neumonía también era común después de pasar largos períodos de tiempo en las bases en el clima frío del invierno. / Maurizio Debanne

Curar las heridas psicológicas

El equipo de MSF también cuenta con una psicóloga, Yulia Korzh, que atiende a más de diez pacientes al día. "La gente de aquí es fuerte, pero necesita hablar, contar lo que ha vivido. Poco a poco vas entendiendo si hay problemas psicológicos que hay que tratar".

Korzh cuenta la historia de un hombre al que le tuvieron que amputar los dedos. "No sabía cómo seguir viviendo a causa de esta discapacidad que le imposibilitaba su trabajo como programador. Estamos tratando de encontrarle una oportunidad para encontrar un trabajo, una alternativa adecuada. Tendrá que vivir sin dedos y adaptarse a esta realidad.

Vuelta a la normalidad (en la guerra)

"Ahora ya no estoy sola", suspira con alivia la Dra. Yuzvak. "Conmigo hay un equipo de médicos y voluntarios”. Junto a ella, además del personal de MSF, está Alina, una pediatra jubilada con más de 50 años de servicio. Mantiene ordenada la farmacia donde llegan varias donaciones de medicamentos. Lee las etiquetas con atención, porque los medicamentos proceden de diferentes partes del mundo y no siempre es fácil entender el principio activo.

Mientras tanto, fuera de la clínica, algunas personas limpian las calles de escombros, mientras se restablecen servicios cruciales como el gas, el agua y la electricidad. La ciudad está tratando de volver a la normalidad, pero la guerra en Ucrania no ha terminado.

Los feroces combates causaron grandes daños a los edificios y la infraestructura en Hostomel y sus alrededores. / Maurizio Debanne

MSF lleva a cabo un proyecto de atención primaria de salud y de salud mental para los habitantes de Hostomel. MSF apoya a cuatro médicos ucranianos que atienden, cada uno de ellos, una media de entre 20 y 25 pacientes al día. Una psicóloga de MSF asiste a más de diez pacientes al día, además de ofrecer sesiones de grupo y responder a solicitudes individuales. La Dra. Olena Yuzvak también responde a las solicitudes urgentes y deriva a los pacientes a los hospitales de Kiev en ambulancia cuando es necesario.

 
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