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Sociedad

Adolescentes ingresados en psiquiatría. La SER visita la unidad de agudos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

20 habitaciones dobles. Sin apenas decoración. Baños con llave. Ventanas con rejas. Espejo sin cristal y ningún objeto que pueda ser usado para autolesionarse. La pandemia ha llevado la ocupación al 99%, sobre todo de niñas que ingresan por ideas suicidas y trastornos de la conducta alimentaria

Adolescentes ingresados en psiquiatría. La SER visita la unidad de agudos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

Adolescentes ingresados en psiquiatría. La SER visita la unidad de agudos del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

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Madrid

Dos puertas de hierro cerradas con llave. Es lo que hay que traspasar para llegar a una zona de ambiente tranquilo y colores relajantes. Paredes de azul y verde que reproducen la Puerta de Alcalá, la Fuente de la Cibeles o nubes en el techo. Es como un paseo por Madrid en unos cuantos pasillos de hospital. A la entrada una sala colectiva donde los jóvenes hacen terapia de grupo. La vigilancia es continua. Y las habitaciones totalmente asépticas. Las mesitas están incrustadas en la pared. El armario tiene la parte superior en pendiente para que nadie tenga la tentación de tirarse y el cuarto de baño se cierra bajo llave y se abre cuando lo piden los pacientes, porque en este espacio no hay cámara de vigilancia.

Sin teléfono ni pantallas

En la pandemia se han producido más ingresos de niñas. "Es lo que dicen ahora mismo los estudios. Después del confinamiento parece que las adolescentes mujeres han tenido más patología ansioso depresiva que los varones. Y es lo que estamos viendo, más ingresos de niñas y esto no era lo habitual antes", nos explica Cloe Llorente, jefa de la unidad de hospitalización de psiquiatría de Adolescentes. Allí entran sin móvil, sin ordenador. Sólo se les permite un mp3 con la música grabada de casa. No pueden oír radio ni ver televisión, cómo nos cuenta Esther González, supervisora de la planta. Su desahogo es hablar y Nieves, enfermera sabe cómo tratarles "con cariño, con respeto, que se sientan escuchados y entendidos, que eso les hace mucho", sentencia.

El papel de la familia

"Al principio te desgarra la situación. Se nos iba sin darnos cuenta", nos cuenta Paloma madre de una niña de 14 años ingresada durante un mes en la sexta ola de la pandemia. Empezó con una dieta y acabó con un trastorno de conducta alimentaría severo que la dejó con las constantes vitales al límite. "Se vino abajo" nos cuenta la madre cuando le dijeron que tenía que ingresar en una unidad de psiquiatría. Tocó fondo. Lo asumió y lo ha superado. "Ha salido muy recuperada. No tiene ningún problema en contarlo. Normaliza a los enfermos mentales porque ahora se ha dado cuenta de que la gente que está allí es completamente normales, sensibles y con ganas de vivir. Para mi hija y para mí ha sido una lección de vida. Ahora Ana, con 15 años se recupera en casa. Ha recuperado kilos. Ha recuperado vida y tiene un buen recuerdo de su paso por una unidad en la que junto a chicos y chicas de su edad ha afrontado y superado un trastorno mental. Dentro sigue el cartel que dejó algún paciente escrito "todo pasa" y en su caso afortunadamente esto acabar de pasar.

Foto de una habitación de la Unidad de Adolescentes del Gregorio Marañón en Madrid / María Manjavacas

 
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