La Casa de la Tía Julita, así son los eventos íntimos en la era de Instagram

Ares

En un balcón privilegiado a la ría de Ares, a la propia villa aresana y a sus playas, La Casa de la Tía Julita abre su tercera temporada en ese emplazamiento tras gestarse previamente en la cercana localidad de Narón un proyecto auspiciado por Belén Martínez.

Su gerente charla en los días previos al comienzo real del curso, que aprovecha para realizar obras de mantenimiento en una vivienda cuidada al detalle que se ha convertido en punto de atracción para personas de lugares próximos y bastante más lejanos, que buscan una cita íntima que quede en el recuerdo.

"Somos un espacio muy polivalente, defendemos los eventos muy personalizados; nuestro evento más pequeño fue un chico que le pidió la mano a su chica, ellos dos", afirma, pero este enclave también es el elegido para producciones de fotografía, bodas, algún cumpleaños o incluso retiros espirituales.

Sobre este último, "un grupo muy pequeño, de siete u ocho personas", señala Martínez que primó su ansia de "contacto con la naturaleza", una idea sustentada en las posibilidades para el senderismo en esa zona.

Aunque la catalogación oficial considera a la vivienda como "restaurante especial o salón de banquetes", podría asemejarse a un hotel boutique y su propia responsable ve esas primeras etiquetas como algo "obsoleto, la gente ya no quiere esos salones".

Es un período de cambios, ya que resalta que las "bodas más pequeñas han venido para quedarse; no es como antes, las bodas las pagaban los padres y ahora la gente joven paga ella las bodas".

Y esos clientes, estima Belén Martínez, quieren "cosas más pequeñas, más asequibles", en las que lo importante es "la fiesta y luego todo lo demás", una suerte de "boda-festival" en la cual reclaman "música en directo, mucha luz de neón y carteles con luces" por la noche, cuando antes "la luz era secundaria y ahora es algo muy cuidado".

De la purpurina tampoco se escapan protagonistas e invitados, como un "padre muy serio" que en el enlace nupcial de su hijo acabó felicitando a la gerente y estaba "lleno" de esos pequeños puntos coloreados.

Sea en una boda o sea en cualquier otra clase de evento, tiene claro que el objetivo es festejar "algo divertido" y es evidente "la repercusión de Instagram", que se "vea" lo que está ocurriendo en las redes sociales.

"Con la gente joven no fallan esas fotos, tienen que ser 'instagramizables'; las chicas más jóvenes están todo el tiempo haciéndose fotos en los espejos", indica Martínez, que puntualiza que en "eso somos exquisitos, tenemos muchos rincones" para que la cámara haga el resto.

Una parcela en la que destaca el suelo de madera porque son "muy defensores de lo sostenible y no caer en cosas artificiales", como también de "salirse del típico salón de mármol".

Valora que la crisis sanitaria de los últimos tres años ha dejado como conclusión que prime "el exterior, el aire libre", pero también se ha revitalizado el empuje a la "cocina de cercanía, mi pescadero es el de Ares; todo fresco del día y platos más vegetarianos, de ceviches a ensaladas o poke".

Todo ello, con la mente siempre abierta, ya que Belén Martínez señala que La Casa de la Tía Julita hace frente a los "retos que nos ponen los clientes porque en la zona de confort te acomodas" y es bueno estar con la mirada atenta.

Por ejemplo, para importar costumbres del sur español como que haya "refrescos o limonadas ya a la entrada", una idea que surgió gracias a un visitante de esa zona y que hicieron suya por el "calor que tuvimos el verano pasado; era impensable poner ese rincón de granizado y ya lo tengo, me parece fenomenal y ellos mismos se sirven".