Lugo

Puede pasar en cualquier momento, pero los problemas con la deglución que provocan un atragantamiento aumentan durante las Navidades. En cierta medida, tiene su lógica. Muchas personas tienden a comer y beber más de lo habitual en estas fechas, con cierta prisa y hablando con el resto de comensales, aumentando, así, el riesgo de que lo ingerido se vaya por la vía respiratoria.

Aunque lo primero es mantener la calma, vivir un atragantamiento en la mesa pone a todos en revolución. Levantar los brazos, dar golpes en la espalda... Los testigos de una situación del estilo quieren que el afectado aplique uno de los trucos que le han dicho, por sabiduría popular, que funcionan.

Desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, el lucense, Lorenzo Armenteros, nos explica qué hacer para actuar y prevenir estas situaciones. Lo primero es comer con tranquilidad, masticando y sin hablar ya que mientras "hablamos necesitamos respirar de una forma concreta en la que se involucra a la laringe, abriendo las vías respiratorias, lo que incrementa el riesgo de que lo que estamos comiendo se vaya por ellas", explica Armenteros.

Para ser más precisos, el médico apunta a que "el mayor número de atragantamientos se dan por intentar hablar mientras se mastica". Detectar que alguien se está atragantando es sencillo, principalmente porque la sensación de asfixia y angustia es tal que la persona que lo acusa reaccionará haciendo gestos que indiquen que no puede respirar.

Además, la piel se tornará rojiza y si no se actúa a tiempo "el color será más bien azulado, pero hay que intentar no llegar a este punto. Es cierto que en personas mayores o niños, detectar que se han atragantado suele ser más complicado, pero el tono de la piel, rojo, nos ayudará", matiza el experto.

Destaca que de entre todos los momentos navideños las uvas es el más peligroso porque masticamos y tragamos muy rápido. El consejo de Armenteros es comerlas sin pepitas y sin piel. "Y para los más pequeños algo que se mastique muy bien o mejor, nada." Así se evitarán, dice, sustos innecesarios en fechas especialmente delicadas.

Maniobra de Heimlich

Si alguien en nuestra mesa se ha atragantado lo primero es mantener la calma, "algo complicado, pero fundamental". Lo más importante es que la persona afectada tosa. La ayudaremos a que se eche hacia delante y le diremos que trate de toser, ya que no hay mecanismo de expulsión de objetos de la vía respiratoria más eficaz que la propia tos. En la mayoría de los casos, con este simple gesto se resolverá el problema.

Si no da resultado, golpear entre los omóplatos, "más bien fuerte", ayudará a movilizar aquello que esté obstruyendo la vía respiratoria. Y si vemos que la persona no reacciona con estos golpes en la espalda habrá que recurrir a la conocida maniobra de Heimlich, un conjunto de compresiones abdominales, ejercidas de cinco en cinco.

La persona a realizar la maniobra si situaría detrás del atragantado y colocaría sus brazos como si le fuese a abrazar por detrás. Colocará su mano, cerrando el puño con el pulgar presionando la zona, entre el ombligo y la boca del estomago. Con la otra mano se darán golpes fuertes y secos y se repetirán hasta que la persona se recupere.

A mayores, colocaremos una de nuestras piernas entre las suyas, por si llegase a perder el conocimiento y se cayese al suelo, evitar que se golpee fuertemente contra el suelo. En caso de que no funcionase "lo más importante es aplicar una técnica de resucitación (RCP), para que el corazón siga bombeando" y llamar a una ambulancia.