"La Federación y los clubes saben quiénes son. ¿Por qué no les denuncian?": Iturralde González, sobre la violencia en el fútbol base

La voz de alarma la dio el pasado martes la Federación Vizcaína de Fútbol. «Desgraciadamente, todos los fines de semana veíamos situaciones violentas en los campos e incidencias en las actas de los árbitros, todos los lunes nos llamaban para denunciar hechos», denunció su presidente, Iñaki Gómez Mardones. En concreto, explicó lo que ocurre con los árbitros de las categorías inferiores del fútbol, en su mayoría menores de edad: «La situación que están viviendo los árbitros en estas categorías es preocupante por la actitud de los padres y madres, no así de los jugadores y jugadores. Estamos teniendo serios problemas para que árbitros en estas edades quieran intervenir. Arbitran un partido o dos y ellos mismos, o sus padres, llaman para decir que lo quiere dejar porque, aunque le encanta el arbitraje, es una situación inaguantable», relató. Dos días después, en Radio Bilbao hemos preguntado por ello al comentarista de Carrusel Deportivo y exárbitro Eduardo Iturralde González. En su opinión, el problema no es nuevo: «Ahora las redes sociales hacen de altavoz, pero esto lleva ocurriendo toda la vida. En mi época ya hicimos una huelga por las agresiones. Lo que pasa es que hay miedo a atajar este problema con medidas drásticas», señala. Según Iturralde, la propuesta de la Federación podría tener difícil encaje legal: «No sé si sería constitucional dejar a todo el mundo fuera, sin poder entrar a un espectáculo público, porque un padre se pega o porque un padre insulta», sostiene. Además, señala directamente al ente federativo por no actuar directamente contra los violentos: «Estamos hablando de partidos de alevines donde van veinte personas al campo. La Federación y los clubes saben quiénes son. ¿Por qué no les denuncian? Es que no estamos hablando de campos donde van 50.000 personas. Aquí el club local sabe quiénes son los padres violentos», afirma. «¿Por qué la Federación no pide a los clubes denunciar a esos padres?», se pregunta Iturralde González. Para el exárbitro, la respuesta es evidente: «Lo que ocurre es que ese padre violento, a las dos horas de terminar partido, va a estar tomando txikitos con el directivo del club. Y los directivos no son valientes a la hora de denunciar porque supone denunciar a un vecino, a un conocido, a alguien con quien se cruza todos los días», comenta. Todo cambiaría, continúa, «si la Federación dice a los clubes: o denunciáis o no os dejo jugar más. Pero para eso hay que ser muy valiente». Es más, implica en el problema a la globalidad de asistentes a los partidos. «Si yo insulto, siempre hay alguien al lado que lo escucha y que conoce a quien insulta. Que vaya al juzgado. ¿Por qué no se hace eso? Porque queremos que nos solucionen los problemas, que es más fácil. Ya no hablo de la Federación, es que ni los propios padres que no insultan denuncian al que lo hace. Vamos a mirarnos cada uno al ombligo, que las soluciones las tenemos nosotros. ¿Qué hace falta? Valentía. ¿Qué no hay? Valentía», sostiene. En su opinión, es algo similar a lo que ocurrió con las tarjetas negras, que se implantaron hace algunas temporadas en el fútbol base -y que continúan estando vigentes- para intentar atajar este tipo de comportamientos que se producen en las gradas. «Es lo mismo que la tarjeta negra, que pasa la responsabilidad a un chaval de 15 o 16 años que está empezando a arbitrar. Y la responsabilidad tiene que ser de la Federación», comenta Iturralde. Es más, cuenta Eduardo cuál era el ambiente en torno a los colegiados cuando él empezó a arbitrar: «Yo he estado 31 años federado y esto lleva pasando toda la vida. Entrábamos en los cursillos 50 o 60 y, dos años más tarde, quedaban dos o tres, que o bien les gustaba muchísimo el arbitraje o bien habían tenido la suerte de no recibir insultos, que es muy difícil. Todo el mundo los ha recibido, así que termina siendo una cuestión de personalidad», reconoce.