Historias del confinamiento
Tres años después de un confinamiento inédito recogemos pequeñas historias de aquellos días
Historias del confinamiento. Se cumplen tres años.
30:07
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José se confeccionó su propio salvoconducto para poder ir al local donde tenía los amplificadores. Decidió que, ya que estábamos todos y todas encerrados, podía animar a la gente poner un poco de música después de los aplausos a los sanitarios de las 8 de la tarde. "Todo lo que era salir un poquito y bailar nos daba alegría", nos cuenta. Así, este vecino de zabalgana, se convirtió en dj de la zona por sus unas semanas. "Pinchaba un poco de todo: música animaba, en euskera...y ponía el zorionak-zuri si había algún vecino o vecina que cumpliera años", nos cuenta.
Para Irati, el rato de salir a la terraza a comer, era uno de los mejores momentos que vivió durante confinamiento. "Era como hacer un picnic en el campo", dice. Investigadora y profesora de la UPV nos cuenta lo "duro" que fue cuidar a sus dos hijas y dar clases online. " Teníamos que conectarnos online en las horas de clase y había que organizarse con el bebé, con la otra hija, con el marido...Todos los alumnos conocieron a mis hijas y mi casa: entraron en mi intimidad", dice. A pesar de lo duro que fue el momento Irati sonría mientras recuerda y destaca que, de tanto salir a a terraza, terminó conociendo a su vecino de enfrente. "Conocí al vecino al lado, al que no conocía, porque estábamos muy cerca y a raíz de salir en los aplausos empezamos a hablar", cuenta. "Tenemos una reacción de mucho cariño", añade.
Notas en los felpudos
Aduna tenía 11 años e Isabel 10 cuando nos confinaron. Estas dos vecinas que se conocían antes de que nos encerraran compartieron sus experiencias a golpe de notas en los felpudos. "Empezamos a dejarnos notas y regalitos en la puerta", nos cuenta Aduna. Isabel nos cuenta cómo se tocaban al timbre y se marchaban corriendo. Era una manera de mantenerse en contacto. Tanto Aduna como Isabel participaron en la "decoración" del portal. "Pusimos dibujos y adivinanzas y la gente apuntaba las respuestas", nos cuentan ambas.
El himno del alavés, tocado con saxofón- sonó todos los días durante en el confinamiento en un balcón de Zabalgana. Esti dice que "tenía la necesidad de hacer algo que le pusiera feliz y compartirlo", nos cuenta. "Pronto se unieron a mí mis hijos, Carmen y Jon, tocando el clarinete y la trompeta", señala. La cosa no quedó ahí: fue a más. Más vecinos se fueron sumando a la iniciativa de salir al balcón y poco a poco fueron compartiendo 'temazos' como 'Hola don Pepito, hola don José" con el que los vecinos se saludaban de balcón a balcón.
Jazz compartido
Txato es profesor de música y cantante. "Al principio pensé: bueno, van a ser quince de vacaciones", nos cuenta y "como vino en encierro y no iba a poder dar clases ni ensayar, me dije: voy a a cantar", cuenta. Txato decidió grabarse cantando y tocando y compartir en Facebook sus vídeos. "A la gente le gustó un montón y eso me animaba para seguir colgando las vídeos" señala. Para el músico el confinamiento nos ayudó a tomar conciencia de la importancia de la cultura en nuestras vidas.