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Tres años del inicio de la pandemia: "Me dijeron que tenía COVID y me puse a llorar"

Hablamos con personas que se infectaron de COVID cuando se cumplen 3 años de los primeros casos oficiales de infestados por COVID

Hace 3 años, un 28 de febrero, se confirmaban los primeros casos de COVID en Euskadi

Hace 3 años, un 28 de febrero, se confirmaban los primeros casos de COVID en Euskadi

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Vitoria-Gasteiz

"Fuimos las pioneras, caímos una detrás de otra". Así nos cuenta María, auxiliar de enfermería, cómo fue el contagio del personal de Txagorritxu en los primeros días en los que el virus llegó a Vitoria. Hace 3 años, el 28 de febrero de 2020, que se comunicaron, de manera oficial, los primeros casos de contagio de coronavirus en Euskadi.

Nos trataron como mierda

Los primeros días de marzo María se sintió mal. "Me tomé la temperatura, tenía 38,5, me tomé un paracetamol y me fui a currar pensando que era una gripe, fui con mascarilla quirúrgica para proteger a los pacientes y a los compañeros", nos cuenta. "Un superior me dijo que me quitara la mascarilla para no crear alarma", nos cuenta, y critica que no se le hiciera la prueba aunque lo pidiera. A los pocos días María se cogió la baja. "Cuando estaba ya en casa me llamaron del trabajo para decirme que venían a casa a hacerme la prueba, con un protocolo muy estricto", apunta la auxiliar de enfermería que dice que estuvo días sin comer y en estado "catatónico". "Tenía que andar a gatas por la casa porque me mareaba" señala y reconoce que hubo días que pensó que " igual me voy a la cama y me quedó ahí".

María dice que se ha sentido maltratada. En referencia a cómo se actúo desde Osakidetza señala; "entiendo que era difícil, algo nuevo y difícil de gestionar pero le preguntas a la gente ( personal sanitario) y te dirán que eres un número. "Nos trataron como la mierda", añade.

Despertarse en un mundo confinado

Loli, celadora de Txagorritxu, empezó a encontrase mal de la noche a la mañana. "Gracias a mi médico de cabecera el lunes cogí la baja, pero me dijeron que no me hacían prueba porque era gripe A", nos cuenta. Tras hacerle una placa le dijeron que tenía una neumonía atípica. Estuvo 4 días en casa y decidió volver a urgencias. Es entonces cuando se le realiza la prueba, da positivo y es ingresada. "Ingresé en planta y ese mismo día me llevaron a la UCI". "Me desperté a los 16 días sin acordarme de nada", cuenta emocionada.

Loli entró en coma en un mundo sin confinar y cuando despertó todo había cambiado. "Pensé que cuando me bajaran a planta iba a tener visitas y en planta me encontré sola en la habitación, las enfermeras entraban lo justo y necesario y mis hijas sólo podían subir de una en una", relata. Tras tres años Loli sigue conviviendo con las secuelas que le ha dejado el COVID. " Ahora estoy decente, he mejorado mucho, pero sí que es cierto que haces algo extra y el cuerpo se bloquea" relata.

Loli lucha, además, porque se considere lo que le pasa como enfermedad profesional. "Me llegó una carta de la mutua en la que me dicen que no es accidente de trabajo porque fue anterior al estado de alarma, porque cogí la baja el 2 de marzo y el estado de alarma empezó el día 11". Para Loli "Osakidetza no ha estado a la altura" porque se le negó que fuera personal de riesgo.

"Me dijeron que tenía COVID y me puse a llorar"

"A mi me metieron en un box y cuando me dieron la noticia de que tenía COVID me puse a llorar", nos cuenta Daniel Solano. Daniel viajó a EEUU a principios de marzo y al volver se encontraba mal. "Pensaba que era cansancio por el jet-lag del viaje o una gripe", nos cuenta. No mejoró. A los días empezó a notar que le faltaba el aire y llamó a Osakidetza. "Cuando vino la ambulancia les esperé en el hall de casa porque no me podía mover", nos cuenta.

Cuando le dieron el diagnóstico de COVID Daniel se puso a llorar. "Pensé: ya está, me ha tocado", nos cuenta, "llamé a mi hermano y los dos lloramos". Tras el diagnóstico llegaron días de hospitalización. "Me subieron a la planta de respiratorio, con un aparato muy incómodo, pensaba que era para unas horas y resulta que la enfermera me dijo que era por lo menos para una semana en la que no iba a comer ni beber nada", señala. Estuvo tres semanas y media encamado y adelgazó 15 kilos.

"Hubo dos días que venían los médicos de la UCI y yo solo pensaba en dejar las cosas arregladas (por si fallecía)", señala. Los momentos de dulzura llegaron por la atención de los sanitarios. "Recuerdo que Begoña, la neumóloga, me enseñó la cara cuando me iba". Me trataron con mucho cariño, nos cuenta.

El 18 de abril le dan alta. "El volver a casa fue como volver a la vida; entré en casa y el reconocer el olor fue un momento precioso, una sensación que no se puede describir".

 
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