Hari, el abrazo entre niños y mayores del barrio

Bilbao

Pilar Romea destila emoción al contar su paso por el proyecto Hari. "Ha sido mágico", ha contado en A vivir que son dos días Euskadi. Aunque al principio tuvo sus reticencias, finalmente decidió participar. Ha llegado incluso a hacer de abuela, como ella misma explica, para unos niños que tienen lejos a parte de su familia. Hari es una iniciativa intergeneracional impulsada por el Ayuntamiento de San Sebastián. "Es un proyecto que, a través del movimiento, crea vínculos con el entorno más próximo y construye comunidad", ha explicado Eva Salaverria, coordinadora de Donostia Lagunkoia del Ayuntamiento de San Sebastián.

Gran parte del alumnado del Colegio Katalina de Erauso forma parte de familias de origen extranjero. El centro detectó que había poca relación de estos niños y niñas con el vecindario. Así, desde Donostia Lagunkoia del consistorio donostiarra decidieron poner en marcha un proyecto que trabajara la conexión con el barrio. Para lograrlo, apostaron por crear vínculos con personas de edad avanzada. De esta manera, se formó un grupo de mujeres -ningún hombre respondió al llamamiento- que durante 9 semanas se ha reunido durante dos horas con niños y niñas de 9 y 10 años y con quienes ha estado trabajando esos vínculos.

Ampliar

A la cabeza de las sesiones, Jon Munduate y Blanca Calvo, coreógrafos que han impulsado juegos y prácticas artísticas en las que involucraban a los niños y a los mayores. "A estos niños y niñas les cuesta relacionarse con el vecindario porque viven en sus familias, en su entorno y, en esta sociedad cada vez más individualista salir del entorno natural y de relaciones primarias es costoso, explica Salaverria. Cuando hay diversidad a veces es más costoso.

Ampliar

Este proyecto busca que, personas que comparten un mismo barrio, que tienen diferentes edades y diferentes necesidades, creen relaciones intergeneracionales. Esas relaciones hacen que esa comunidad sea mejor para todos, para los que participan en estos proyectos y para los que no". Asegura que "incorporan perfiles que lo que hacen es trabajar desde otro lugar y eso hace que personas de ese otro contexto nuevo respondan de manera diferente. El arte es un vehículo fundamental para trabajar lo relacional y las emociones. No estamos hablando de algo racional sino de sentimientos y emociones que salen dejándose llevar por el cuerpo, aprendiendo a respirar, a través de muchas cosas que tienen que ver con lo que nos hace ser humanos iguales y con una relación horizontal. Empezaron siendo personas mayores y niños y niñas pero luego eran vecinos y vecinas, amigos y amigas y eso tiene una fuerza enorme".

Respeto y concentración

Idoia Oteiza forma parte del equipo directivo de Katalina de Erauso. "Ha tenido un resultado maravilloso, ha asegurado. Tanto los niños como los docentes como las mujeres del barrio estamos encantados. Ha servido para salir del entorno escolar, de lo que es nuestro propio edificio, encontrarnos con otras personas que son del barrio pero que no participan en nuestro día a día en la escuela, y para trabajar junto a ellas, tener referencias diferentes como Blanca y Jon". Ha subrayado la importancia de "haber vivido ellos sin saberlo, sin llevarlo a la teoría, lo que es un proceso artístico y el ver los adultos todas las áreas que trabajaban allí". Han trabajado la concentración y el respeto hacia la otra persona.