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La huerta ecológica, una salida a la exclusión social

Catorce personas participan en este proyecto formativo que facilita la inclusión laboral y el desarrollo personal

La huerta ecológica, una salida a la exclusión social.

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Bilbao

Khalid Laachir acude tres días por semana al barrio donostiarra de Alza donde Cáritas ha creado una huerta ecológica en un terreno de 5.000 metros cuadrados cedido por el Ayuntamiento de San Sebastián. Tiene 32 años y llegó en octubre de 2021 junto a su familia procedente de Marruecos, su país natal. Khalid no tiene trabajo pero, mientras tanto, aprovecha el tiempo para formarse. Le gusta la horticultura y la agricultura y ha contado en A vivir que son dos días Euskadi que le gustaría dedicarse a ello en un futuro.

Algunos de los productos de la huerta / Cadena SER

Al igual que Khalid, otras 13 personas en riesgo de exclusión social participan en este proyecto formativo que cuenta con una red de voluntarios formada por una decena de personas, como Brais Sánchez, un joven de 23 años que asesora en temas de empleo y formación a este grupo. La huerta ecológica contribuye a la resolución de problemas y a la sostenibilidad de la ciudad. Dota de herramientas para formar a los usuarios locales a partir de conocimientos y prácticas sobre agricultura ecológica. Al mismo tiempo, trabajan en la adquisición de rutinas, el cumplimiento de horarios, el trabajo en equipo o la toma de decisiones, tal y como ha explicado Xabier Jorrín, coordinador del proyecto.

Planificación del trabajo de la huerta / Cadena SER

Martina Paz Padilla llegó de Colombia hace dos años. Hasta el momento, ha ido encadenado diferentes trabajos y lo ha ido compatibilizando con su labor en la huerta. Pone en valor el clima de compañerismo que se crea entre personas de procedencias y perfiles muy diferentes. La gran mayoría son personas extranjeras, más hombres que mujeres, con edades comprendidas entre los 25 y los 35 años. Cultivan todo tipo de hortalizas, desde lechugas, tomates o cebollas, hasta calabacines o calabazas. Muchos de estos productos son para el autoconsumo aunque también organizan cestas que luego venden, algo que también contribuye a poner en valor su trabajo.

Cáritas atendió durante 2021 a más de 32.400 personas en riesgo de exclusión en Euskadi. La pobreza severa ha subido al 9% y este tipo de iniciativas proporcionan formación y facilitan su inserción social y laboral.

 
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