"Los CIE en Canarias son peores que Guantánamo"

Santa Cruz de Tenerife

"Si llega el ministro a darnos la razón, hoy por fin, todo el mundo debe creer que lo que hay ahí es inexplicable". Así se refiere Alhagie Yerro (Gambia) al paso dado por el Ministerio de Interior admitiendo que incumple la normativa que regula los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), los cuales este inmigrante, que tan bien los conoce, llega a calificar como "peor que Guantánamo". Su experiencia con ellos se remonta a 2009. El 14 de febrero de aquel año llegó a la isla de Tenerife a bordo de un cayuco que partió de Mauritania con 78 ocupantes. El grupo de Yerro era el de seis amigos que, con mucho esfuerzo, reunieron el dinero para pagar un viaje que llegaron a pensar que no terminarían con éxito. El trayecto se prolongó durante cuatro días y, según su relato, lo más duro fue la noche que permanecieron sin motor y a la deriva, "flotando entre las olas, con los delfines saltando de un lado al otro". Entonces, admite, "ya nos habíamos olvidado de nuestros sueños".

Sin embargo, consiguieron alcanzar las costas canarias. De una playa tinerfeña en la que cayeron exhaustos fueron enviados a la comisaría, donde pernoctaron tres días, hasta su ingreso en un CIE de Tenerife, donde Yerro, que entonces contaba con 19 años, permaneció cinco días. "Estaba abarrotado, así que nos trasladaron al de Fuerteventura". Ese otro viaje en avión fue casi tan angustioso como el del cayuco, pues nadie informó al grupo de inmigrantes cuál era su destino. Desconocían si los llevaban a otras instalaciones, fuera de España o su propio país de origen. Yerro denuncia que se les dispensó "un trato inhumano" y que en el aeropuerto de Tenerife les entregaron "bidones para mear" porque durante el vuelo no les estaba permitido acudir al cuarto de baño.

Según el relato de Alhagie Yerro para la SER, en el CIE de Fuerteventura, los malos tratos físicos eran habituales. Su peor recuerdo es para la hora de la comida. "Llegan a las puertas y gritan: 'one line!'. Esto es lo único que entendíamos, one line es: Tenemos que ponernos todos en fila, como militares', y entonces, si tú te sales para un lado, como menos te dicen que vuelvas a la fila es dándote porrazos". Así, recuerda cómo "a un chico de Mali lo empujaron y rompieron un brazo" o cómo él mismo, a causa de un golpe que recibió, permaneció una semana con la mano hinchada, porque "ellos deciden aleatoriamente los que van a ir al médico".

La única forma de distraerse que tenían los internos, recuerda Yerro, 'era hablando'. Pero esto no siempre era posible. Yerro y aquel grupo de amigos con los que hizo el viaje en cayuco fueron separados y llevados a habitaciones con otros inmigrantes cuyos idiomas no entendían. "No querían que habláramos porque creían que estábamos conspirando", recuerda afligido esta víctima de los abusos policiales en los CIE, cuya experiencia ha sido el primer inmigrante en contar ante el Parlamento Europeo en mayo de 2015. Hoy no puede evitar una mezcla de sentimientos cuando vuelve a ella. Pero su vida ya es distinta. Integrante de las listas Ahora Madrid, a través de Por un Mundo Más Justo, su trabajo en estos momentos se centra en tratar de evitar que unos hechos tan deplorables se vuelvan a repetir.