Los vecinos del barrio Caliu de Elda vuelven a denunciar el estado de “abandono” de la zona

Elda

Una treintena de vecinos del histórico barrio Caliu de Elda se han movilizado para dar a conocer la situación en la que se encuentra la zona. Se sienten “abandonados” y consideran que existe una falta de mantenimiento por parte de la administración local.

Unas reivindicaciones que vienen de lejos y que siguen siendo las mismas que las de hace más de una década. Los vecinos consideran que los equipos de gobierno ponen “parches” pero no asumen las necesidades que tiene el barrio.

Manoli Ñúñez, presidenta de la asociación de vecinos ha destacado la falta de limpieza en la zona con enseres en la calle, excrementos de animales en el suelo o basura acumulada en el cauce del río pero, no solo eso, consideran que existe una falta de mantenimiento ya que, hay instalaciones como la pista deportiva o la petanca con el vallado o el suelo roto.

Núñez ha ido más allá y ha afirmado que existe falta de alumbrado y que, en el Paseo de las Arenas se necesita la colocación de pasos elevados para evitar que los vehículos conduzcan a gran velocidad con el consiguiente peligro para los vecinos y, sobre todo para los niños.

A todas estas críticas se les suma también la solicitud, una vez más, de la instalación de la rampa de acceso al barrio por la zona de la ermita de San Antón. Núñez afirma que, a pesar de tener el proyecto y haberse anunciado, no se ha llevado a cabo. Así, los vecinos más mayores, con problemas de movilidad o familias con carritos de bebés, siguen bordeando el barrio para poder llegar a sus casas.

La presidenta lamenta las muchas inversiones que se han hecho en la ciudad y el gasto en algunos eventos mientras el barrio se encuentra en este estado.

Situación que se ha visto agravada en el último mes con los cortes de luz diarios y de horas que afectan a muchas de las viviendas. La asociación se ha movilizado para enviar una denuncia conjunto con todos los afectados a la empresa suministradora del servicio.

Ñúñez afirma que es una situación complicada agravada por los días de frío. Muchos de ellos tienen que bajar las escaleras con linternas y otros han tenido que comprarse una pequeña cocina de butano para poder hacer las comidas.

Un barrio “tranquilo” donde vivir, donde la convivencia es sana pero donde, eso sí, lamentablemente, ha existido un éxodo en los últimos años a otras zonas de la ciudad debido a la falta de servicios.