La plaza de los arquitectos Calvo

Valencia

Es muy poco frecuente encontrar en nuestra ciudad una calle o plaza dedicada a toda una saga de personajes ilustres que hayan destacado en la misma disciplina, como es el caso de la plaza de los Pinazo, por ejemplo, o de la menos céntrica y conocida plaza de los arquitectos Calvo. Esta última, situada a espaldas del Palau de la Música, entre la Alameda, Islas Canarias y la antiga senda de Senent, es un ejemplo inusual en la ciudad, ya que hace referencia a cuatro miembros de una misma dinastía, los Calvo, tal y como reza una placa colocada en la misma plaza por el Ayuntamiento de Valencia en 1993.

La estirpe de los arquitectos Calvo, que abarca tres generaciones, da inicio con Timoteo Calvo Ibarra (1799 - 1879), al que le suceden sus dos hijos: Joaquín María Calvo Tomás (1834 – 1889) y José Calvo Tomás (1836 – 1903), hasta finalizar con el hijo de este último, Juan Luis Calvo Catarineu (1869 – 1912). Según reconocen los tratados de arquitectura contemporáneos, la importancia de esta dinastía reside en la introducción temprana de obras de carácter historicista en la arquitectura decimonónica valenciana. El patriarca de la saga, Timoteo Calvo, fue un arquitecto y constructor muy bien relacionado, que se formó en la Real Academia de San Carlos. Entre sus obras podemos destacar: el retablo neogótico del Altar Mayor de la Catedral, la reedificación de la Universidad Literaria, el edificio del Seminario Conciliar y el primer proyecto de Ensanche de la Ciudad de Valencia, firmado en 1858 junto a Antonino Sancho y Sebastián Monleón. Los dos hijos de Timoteo, Joaquín y José, se formaron como su padre en la Academia de San Carlos, pero a diferencia de este, prosiguieron sus estudios en la entonces recién creada Escuela de Arquitectura de Madrid. Ambos obtuvieron los títulos de arquitecto y agrimensor, y la mayoría de sus principales encargos profesionales son de carácter religioso, como la fachada lateral de la Iglesia de San Nicolás o la Iglesia de la Casa de la Misericordia, obras de Joaquín María, o las iglesias de San Juan Bautista de la Ribera, en la avenida del Puerto, y San Juan y San Vicente, en Isabel la Católica, realizadas por José. El último de la dinastía Calvo fue Juan Luis, hijo de José, que siguió los mismos pasos que su padre y su tío, formándose primero en Valencia y posteriormente en Madrid. Sin embargo, su periodo de actividad profesional fue corto debido a su temprana muerte, aunque suficiente para proyectar edificios religiosos de estilo neomedieval siguiendo la tradición familiar, como la capilla de las siervas de María en la plaza de Mosén Sorell.

Es evidente que, tras repasar las trayectorias de los miembros de esta familia de excelentes profesionales, la arquitectura y el urbanismo de la Valencia decimonónica no se entendería sin su fundamental aportación. Ese fue el motivo por el cual, el

Ayuntamiento de la ciudad decidió dedicarles una plaza en 1993, bajo el nombre de: plaza de los arquitectos Calvo.