La calle del músico Penella

València

El valenciano barrio de l’Hort de Senabre, denominación moderna de la histórica partida de Benimasot, fue hasta mediados del siglo XX, una gran extensión de huerta delimitada por el Camino Real de Madrid al este y el Camino del Cementerio al oeste. Sobre el tapiz hortícola sobresalía, a un lado el caserío entorno a la Cruz Cubierta y las industrias que recaían a la calle San Vicente, como la famosa fábrica de muebles de Ventura Feliu, y al otro las pequeñas edificaciones dispuestas longitudinalmente a lo largo del Camino del Cementerio, y al sur, los grandes muros de la necrópolis valentina. En medio, como en un gran oasis, diseminadas las casas y alquerías típicas del paisaje de la vega: aquí la Casa Sardina, allá las alquerías del Forrat y del Corvo, y más al norte el huerto de Senabre, que por su popularidad acabó por dar nombre a todo el barrio.

Esta zona, como muchas otras de la ciudad, se fue urbanizando de forma descontrolada durante los años del desarrollismo y el boom inmobiliario del tardofranquismo. En el camino del Cementerio, ya denominado como Gaspar Aguilar, a la altura del entonces conocido como Residencia Sanitaria General Sanjurjo y hoy Hospital Doctor Peset, se empezaron a levantar en los años 60 bloques de viviendas en perpendicular al mismo camino. En 1965, una de las nuevas calles que se abrieron en aquel entorno fue dedicada, a propuesta del cronista Almela y Vives, al músico valenciano Manuel Penella.

Nacido en Valencia en 1880 en el seno de una familia de músicos, Penella inició sus estudios con su padre, de nombre también Manuel, que era el director del Conservatorio. Posteriormente tuvo como maestros a Salvador Giner y a Andrés Goñi, y con catorce años ya era el organista de la iglesia de San Nicolás. Su primera zarzuela, La fiesta del Pueblo la estrenó en el teatro Ruzafa con dieciséis años, y con diecisiete se fue a hacer las américas como director de orquesta teatral. En 1903 regresó a España donde comenzó una intensa actividad como compositor de renombre. Estrenó numerosas zarzuelas y revistas, entre ellas El Gato Montés, estrenada en el Teatro Principal de Valencia en 1916, fue la que más popularidad le granjeó gracias al pasodoble homónimo que se sigue interpretando hoy en día en plazas y verbenas de todo el país. También compuso canciones para su paisana Concha Piquer, como En Tierra Extraña o La Maredeueta. Su gran éxito ya tardío fue la ópera cómica en tres actos Don Gil de Alcalá (1932). Murió en el exilio mexicano en 1939, pero nos legó una magnífica obra y una gran saga de artistas, entre las que se encuentran sus nietas, las actrices Emma Penella y Terele Pávez, o su bisnieta Emma Ozores.